La soledad
El problema es la soledad. Si se contempla al amado, si te dedicas al amor, si te juegas la vida del lado del amor vas a estar muy solo. Estarás solo porque en el punto del deseo y el amor está la soledad mientras que lo que hace compañía es ver a los condenados del infierno. He aquí el daño como degradación del dolor.
La compañía es el rencor, es el chisme, y el amor es la soledad.
La elaboración tiene que ver con renunciar al rencor, evidentemente no al rechazo. No al rechazo en el sentido de mantener la distancia del otro, lo que supone también un cierto rechazo, ante todo ante la miseria y la hipocresía de la necesidad del daño. Para mantener la opción de sujeto de la posibilidad no vale cualquier cosa, hay mucho que rechazar en términos afectivos, ideológicos, etc.
Por ejemplo, en el ámbito público, el poder y la identidad se basan en el rencor y en la construcción de enemigos. El rechazo al poder es fundamental. El poder debe ser rechazado desde esa perspectiva. Hay que rechazar el vivir de la satisfacción del daño del otro. De no ver a los sujetos, de eso vive el poder.
Hay algo que leí hace mucho en Hermann Broch, alguien que estuvo cercano al psicoanálisis, que decía que el inconsciente resiste al poder. Está muy bien dicho. Todo lo que se refiere al sujeto es un rechazo al poder.
En la elaboración y la transferencia se juega la posibilidad y lo que hace vínculo es la palabra de la posibilidad, la palabra que convoca el encuentro. Que la palabra sea posible es la posibilidad de que un sujeto hable desde su condición de sujeto. La verdad sólo se puede decir con mentiras, no es la verdad ontológica pero el sujeto de la posibilidad es la única referencia posible y silenciosa de la verdad.
La cuestión de la posición del analista
He hablado mucho de atención creativa. Atención no es ir a predicar. El que predica no presta atención, sólo quiere que le presten atención. La atención creativa supone que tú estás ante un desconocido. el sujeto siempre es un desconocido. Por el hecho mismo de tener que decir la verdad con mentiras, es un desconocido para él mismo. La verdad posible tiene que hacerse sitio a través de la mentira y con las mentiras pero para eso hace falta que sea un desconocido, como que la verdad misma sea una desconocida, que nadie la sea su dueño, ya que la palabra la dice siempre otro, el otro del silencio. Tú no la sabes aunque supuestamente le digas algo acertado y con efecto determinado pero eso ni vale para siempre., ni tú tiene propiedad alguna sobre ello. Es un suceder continuo y efímero. Muchas veces he explicado porqué Freud cambió los términos que usaba sobre la elaboración. Cambia Verarbeitung por Durcharbeitung, a partir de 1912. Durcharbeirung da idea de proceso, no es algo donde se adoctrina y convence al paciente, por eso insisto que la posibilidad tiene que acontecer y lo que ha sucedido en su vida le tiene que acontecer porque no viene como acontecido sino como víctima.
Una pregunta que uno se hace todo el tiempo es: ¿Por qué se rechaza lo que se quiere y no se puede rechazar lo que no se quiere? Proviene de la certeza infantil. Hay que preguntarse entonces a qué certeza infantil responde para poder sacarlo de esa imposibilidad vivida como impotencia ya que eso hipoteca de manera tremenda la demanda infantil. Por otro lado eso obliga al analista a no ser un cómplice. Eso es un peligro muy grande que tenemos.
Nosotros recibimos sujetos, prestamos atención a sujetos no a parejas. Quien se cuestiona es el sujeto, no la pareja, y si cuestiona al otro es en la medida en que se cuestiona a sí mismo. Que cuestione lo que quiera o a quien quiera a partir de su cuestionamiento. Cuando hay cuestionamiento del otro sin el suyo propio estamos en terreno baldío y si nos hacemos cómplices de eso nos constituimos en claros obstáculos como cabe ver con tanta frecuencia.
Para terminar, diré que la atención creativa tiene que ver con elaborar lo que tú escuchas. Si no elaboras es que no escuchas. Si usas el fax o ahora el móvil mientras los pacientes hablan, o haces sesiones de 5 minutos sistemáticamente no elaboras. Con mucha frecuencia no se ha entendido la transferencia como un espacio de elaboración por parte del “paciente” y del analista. La escucha es requisito fundamental de la elaboración.
Preguntas
Carolina Alvarez: Tengo una pregunta sobre los límites de la elaboración cuando un paciente utiliza sistemáticamente las defensas relacionadas con el exceso pulsional.
Mi pregunta tiene que ver con una paciente. Ella tiene desde hace años una relación extramatrimonial en la que dice encontrar una satisfacción impresionante a nivel corporal.
Ella dice que lo que le interesa es lo que él le hace sentir a nivel corporal -ella lo llama pasión- y que esta pasión surge porque para él, ella es lo más. Ella está bien siempre y cuando él esté disponible. Sin embargo, si él no está disponible, ella entra en estados melancólicos.
Este tipo de relaciones, caracterizadas por un exceso pulsional, existen desde su infancia. Al principio la tuvo con la madre -para la madre, ella era lo más de lo más- y posteriormente con otras personas. Ha encadenado cada una de estas relaciones, es decir, en su vida siempre ha habido alguien para quien ella es lo más.
Además, ella huye de una situación familiar que es que, al morir su padre, la madre abandona su vida para hacerse cargo de su otra hija (hermana de la paciente) que pesa casi 200 kg.
El tema es que tiene una adicción a esta relación extramatrimonial, es incapaz de abandonar esta relación. De hecho, ya tiene localizado a alguien por si este hombre se va. Ella pasa del exceso al vació cuando este hombre se aleja y entre el exceso y el vacío no hay nada en medio. La pregunta es qué posibilidad de elaboración hay en un caso así.
Pereña: Este es un caso que ilustra lo de que para mí fue un descubrimiento, que es que el corazón de la sexualidad es alcanzar la vida en el otro. Hay muchos sujetos que te cuentan su depresión o su caída libidinal cuando no sienten el deseo del otro. Querer alcanzar la vida en el otro es un deseo, no significa necesariamente querer compartir la vida. Es la pasión sexual. La pasión es exceso en el sentido de que el otro hace de lleno que te cubre la angustia. Ahí hay también una certeza infantil que es el ser para la madre lo más de lo más. La hermana pesa 200 kg, supongo que ella se conserva como atractiva.
Carolina: En esos encuentros sexuales su cuerpo flota.
F. Pereña: La hermana pesa 200 kg y ella es liviana. Ahí hay algo del orden de que la vida la representa ella pero la representa para otro. Sin eso es un puro vacío. Ella representaba en su infancia la vida -mientras la hermana es 200 kg devacío- frente a la madre. Es un juego entre el exceso y el vacío pulsional.
¿Cómo salir de ahí? Habría que proponer un espacio donde ella no sea todo para el otro ni el otro todo para ella. Que no sea un mundo cerrado, si no terminará por hundirse, caerá en la penuria libidinal. La posibilidad sería hacer funcionar el deseo. A pesar de lo que dice no funciona el deseo ya que no funciona la falta. No quiere falta ninguna. Esa es la dificultad de elaboración.
Piedad Ruiz: En los últimos años apenas ofrezco el diván a los pacientes y tampoco veo la necesidad, salvo en raras ocasiones. Y reflexionando sobre el tema me doy cuenta de que han aumentado los casos en los que creo necesaria el “cara a cara”. Y, a propósito de esto me pregunto sobre la elaboración del lado del analista y cómo me parece que el diván podría servir además para que el analista se escondiera, como una manera de evitar su propia elaboración en una escucha más pasiva, el “cara a cara”, el estar allí, convoca más a la elaboración.
Pereña: Quería antes añadir una apostilla a lo de Carolina. En la clínica del sujeto si este no se cuestiona no hay posibilidad. No es forzar desde fuera el cuestionamiento, es hacerlo posible. Esto debe quedar muy claro de entrada. Entonces está la dificultad de cuestionarse, ella sufre esa dificultad ya que no puede cuestionar algo que la mantiene ligada a la vida. Por eso es delicado. Abrir la posibilidad es que esa no sea la única opción de vivir. No es la única opción de vivir la certeza infantil. No hay que ser omnipotente, uno debe ser la referencia de un posible cuestionamiento siempre, no ser cómplice del no cuestionamiento.
El diván creo que tiene dos orígenes que son la asociación libre, algo difícil e ingenuo. No hay palabra propiamente asociada que no sea al poder. Es paradójico mandar asociar libremente. Es un malentendía intrigado cuando no algo meramente cínico. La palabra limita con el silencio, no se asocia más que con el poder. La posible ventaja del diván es que no haya interferencia. Pero estamos de nuevo en la hipocresía. La razón verdadera del diván era las sesiones de una hora o más (luego se ha ido rebajando por mor del mercado) y Freud decía que no se puede sostener una hora un cara a cara.
Hoy día las condiciones han cambiado, la mayoría de mis pacientes están cara a cara y para mí el diván es una decisión que uno puede hacer a veces porque uno no está muy cómodo en el cara a cara y facilitas la elaboración. Es facilitar la palabra en el diván en ese caso y el uso del diván por sistema tiene que ver con algo que ha condicionado enormemente la clínica psicoanalítica históricamente haciéndola tan doctrinaria, por la falta de elaboración de los analistas que creen elaborar al margen de los pacientes. El criterio es que tú recibes a un sujeto desconocido que es un sujeto de la desdicha al que debes acoger. El acogimiento es un punto de partida de la elaboración, es un espacio elaborativo. No sólo se acoge compasivamente, vas abriendo espacios de palabra y de elaboración. Ese espacio para mi es el criterio. Si se da ese espacio de acogimiento y de elaboración es difícil que yo lo pase al diván. Ahora bien, si la elaboración ves que se vería favorecida por el diván (sea por dificultades del paciente con el cara a cara o por otras razones) entonces se pasa al diván.
Piedad Ruiz: Antes se decía, al contrario de lo que te acabas de referir, se decía que si había una dificultad con el diván se le pasaba al “cara a cara”.
También quería preguntar si para ti no es lo mismo certeza infantil y fantasma.
Pereña: A mí me parece que no es lo mismo. Los kleinianos tenían la idea de ligar la fantasía a la pulsión, no es mala idea si no fuera porque confunden la fantasía con la pulsión y entramos entonces en el delirio interpretativo. Los lacanianos usan el fantasma ligándolo al goce, lo ligan a la idea más freudiana de fijación. Aparece esa idea a veces en Freud pero la fijación está ligada a una concepción madurativa del proceso psíquico y de la formación del yo. El goce por lo demás es un término comodín que, como dice Millar, saca de la clínica freudiana del conflicto. Así que del lado de la secta.
Me parece central en la clínica que el conflicto sea el rector de la misma. Ese conflicto no tiene estatuto fantasmático sino pulsional donde frente a la imposibilidad de vivir eso crea un conflicto en todo sujeto que es cómo vivo y tanto la posibilidad como la imposibilidad de vivir están dadas en relación con el otro, entonces es un conflicto con el otro. Creo que lo que llamo certeza infantil está ligado a una vivencia del otro, según la cual no hay escapatoria, no se puede ir, no puede entonces vincular lo que hace con lo que quiere, le falta el criterio del deseo, y busca entonces un acogimiento a través de su impotencia. No es tanto una versión o una interpretación fantasmática sino una adhesión al otro sin la opción de una posible separación. En la certeza infantil la imposibilidad de vivir está vinculada a la impotencia.
Participante: No me ha quedado claro si el conflicto es la certeza infantil
Pereña: Creo que la certeza infantil es en verdad una elusión del conflicto. Por eso inmoviliza y bloquea. En el conflicto hay dificultad pero hay salidas, aunque resulte difícil tomarlas. La fantasía infantil suele ser un modo de escapar de la impotencia.
En la escucha analítica lo que está en juego es abrir la posibilidad frente a la certeza infantil establecida como impotencia ya que no admite posibilidad porque la posibilidad está en el otro. Es la respuesta que ha dado al conflicto pulsional pero a la vez pone la posibilidad en el otro y no en el sujeto y de ahí es donde queda enmarañado, su demanda queda hipotecada.
Piedad Ruiz: Si seguimos la primera formulación freudiana de que el trabajo terapéutico consiste en hacer consciente lo inconsciente… y más tarde tenemos su formulación de «donde el ello era, el yo debe advenir«, se podría decir, desde lo que tú planteas, que del conflicto pulsional debe advenir el sujeto de la posibilidad en el proceso terapéutico. Aunque también es cierto que en Freud la distinción entre el yo y el sujeto es problemática.
Pereña: En esa expresión que has citado, Freud usa el verbo werden que significa devenir, «proceso», verbo que no usa en las tópicas. Es un proceso que trata de abrir espacio a la subjetividad.
En última instancia el problema es cómo tratar el vacío pulsional. Cómo huir de la melancolía es de lo que trata la vida. El rencor siempre es el recurso habitual. Hegel decía que el mejor remedio contra la melancolía es la guerra. ¿Cómo se huye del vacío pulsional? con el miedo persecutorio.
Piedad Ruiz: ¿Se podría hablar de una melancolía sin desencadenar?Pereña: Lo que entendemos por melancolía psicótica tarde o temprano se desencadena. Aquí se roza lo inanalizable, pero para nosotros lo que se llama un caso inanalizable es el sujeto que no se cuestiona.
Creo que en el fondo estos casos responden a la absoluta certeza infantil de no ser escuchados.
Transcripción: Oscar López