El melancólico y el creyente. Francisco Pereña. Reseña de José María Redero

publicado en: Libros | 0
Compartir

Francisco Pereña. Ed. Síntesis. 2012. Pp. 203.

Reseña de José María Redero.

Francisco Pereña se ha convertido en una referencia clave para muchos profesionales de la Salud Mental y del psicoanálisis no institucional. Es un referente por los numerosos artículos publicados en nuestra Revista desde su fundación y por los libros que ininterrumpidamente nos va entregando, que suponen un auténtico work in progress, como testimonio de un ya largo y fecundo trabajo de indagación sobre la clínica, entendida ésta en un sentido amplio, que le llevará a tratar de los grandes problemas e incógnitas de la condición humana, el desamparo, la pulsión y la culpa, la necesidad de argumentarse, la violencia y la crueldad, no como marcas de nuestra naturaleza biológica sino como respuestas inherentes de la condición propiamente humana, que imperan en toda organización social y del Estado.

No es fácil ubicar sus libros en un campo específico del saber, pues si podemos decir que son libros de clara inspiración psicoanalítica, también en ellos se dan cita la filosofía, la teología, la literatura, el pensamiento político o la ciencia, pero no de un modo académico, sino extrayendo de sus autores preferidos las ideas con las que construye su pensamiento. La tarea que se ha propuesto es pensar la clínica de un modo nuevo, más libre de las teorías y doctrinas ya consagradas, lo que le lleva  a un cuestionamiento y crítica permanente, no por un afán iconoclasta, sino más bien por aportar una mayor dilucidación de la práctica clínica, aunque tal vez sea su condición de disidente de partidos e instituciones, outsider de la comunidad analítica y renegado, como él mismo se ha definido, de las certezas de la teoría y de las servidumbres de la pertenencia, la que le ha permitido y empujado a un pensamiento original que ha subvertido las certidumbres y las inercias asentadas de los psicoanalistas.

En estas coordenadas hay que situar el presente libro. Una larga y rigurosa reflexión sobre la melancolía y sobre la psicosis a partir de la creencia. Sabido es que Freud había señalado como rasgo distintivo de la paranoia su incapacidad para la creencia, lo que le impelía inexorablemente hacia la certeza. Pereña ha desarrollado fértilmente esta intuición freudiana como ya hiciera antes con el concepto de “asistencia ajena” y la ha colocado en la base de su comprensión de la psicosis. Antes de adentrarse en lo propio del melancólico se pregunta por la esencia de la creencia, por la imperiosa necesidad de creer que los humanos padecemos y que para él reside en la comunidad de creyentes como sentido y razón de la creencia y en la necesidad del enemigo que dé consistencia y sentido a esa comunidad.

Lo que desde hace algún tiempo no deja de proponernos, es que nuestro desamparo de origen y la desregulación instintual, nos abocan a una radical dependencia del otro materno y la pulsión sería el nombre de esa alteración que es la vida afectada por esa presencia del otro en el cuerpo. Eso le conduce a tomar la pulsión no en un sentido ontológico ni de raíz biológica sino más bien como conflicto, conflicto por el hecho de vivir, porque ese otro del que depende nuestra existencia es sujeto y objeto a la vez, es decir, es nuestro principal protector y a la vez la fuente de nuestra mayor frustración y decepción. La hipótesis que nos propone el autor, es que el psicótico no habría inscrito su demanda de vida subjetiva en el otro, no habría inscrito su demanda inconsciente como vida afectada que busca en el otro el afecto, y la salvación a su soledad y a su extravío. Así quedaría el sujeto psicótico fuera de la comunidad. Su incapacidad para la creencia le situaría en una especial relación con lo absoluto y a la vez sin que pueda encontrar cobijo en la mentira, elemento obligado del vínculo social. No pasa por alto los modos vigentes en el cuidado de ese sujeto excluido, que pasan hoy  por el anonimato y  por un control invisible pero muy eficaz a partir de su condición de enfermo cerebral y por tanto en las fronteras de lo infrahumano.

El sujeto y el inconsciente, que le interesan a nuestro autor, no son el de la representación o del significante sino otro más próximo a la concepción del sujeto de Schopenhauer es decir, el sujeto como afección.

Vacío pulsional y demanda inconsciente serán a lo largo del libro dos conceptos claves con los que tratará de dar cuenta de los avatares de la vida psíquica. En el recorrido desde el vacío pulsional hasta el fracaso de la inscripción de la demanda inconsciente al otro y en el modo de compensación de ese fracaso, veremos desplegarse los diferentes modos de la psicosis, la huída maníaca, el delirio persecutorio, o la disgregación esquizofrénica, siendo la melancolía la forma más nítida de esa desprotección y de ausencia defensiva.

Desde ésta perspectiva va a explorar las diferencias entre la depresión y la melancolía, o los llamados fenómenos de melancolización de otras condiciones clínicas neuróticas, o los duelos imposibles, así como la posibilidad de la creación artística como salida salvadora al abismo del vacío pulsional del que el melancólico no podría huir.

Los desarrollos que transcurren por sus páginas, encuentran su inspiración en múltiples fuentes, desde los textos freudianos a algunos de sus autores más queridos, melancólicos y grandes creadores como Nietszche, Holdërlin, Kafka, Robert Walser, Paul Celan y Walter Benjamin, o los casos de Marilyn Monroe y de Aby Warburg sin que puedan faltar sus pacientes a los que dedica el libro, porque de ellos como nunca se cansa de repetirnos siempre aprende, son en definitiva fundamento y razón de sus elaboraciones . Su propuesta de escucha terapéutica será  la de una “atención creativa”, que rescata de Simone Weill y una actitud de permanente desaprendizaje de la doctrina.

La última parte del libro la dedicará a preguntarse por la tarea del psicoanalista, por su función en la cura y la necesidad de combatir la doctrina, pues si el psicoanálisis se distingue por poner en tela de juicio el saber aparente para hacer advenir una cierta verdad del sujeto, el psicoanalista si quiere actuar como tal,  ha de traicionar la doctrina para poder escuchar a sus pacientes y situarse en lo que ha nombrado como una clínica de la compasión, a favor del paciente y no de la acusación. El lugar y la posición del analista desde esta perspectiva es u-tópico( fuera de lugar). Utopía frente a doctrina es su propuesta. Los breves relatos de Kafka para mostrar la indefensión más desnuda del hombre y concretamente el titulado “Ante la Ley” con el que cierra el libro y con el que quiere enseñarnos la condición menesterosa  y desconcertada del paciente en el análisis,  producen un efecto de iluminación sorprendente.

Los libros de Pereña no son para ser leídos rápidamente, no nos aportan soluciones imaginativas ni sorprendentes a los grandes problemas de la clínica, incluso precisan de lecturas y relecturas, no por su oscuridad expositiva sino por el rigor y la complejidad con las que los aborda. Yo creo que esa dificultad que precisa su lectura ilumina y a veces de un modo sencillo la tarea clínica. Creo que hay que agradecer muy sinceramente el trabajo ingente que está llevando a cabo de reformulación, de crítica y de construcción de una nueva manera de pensar y trabajar en la clínica del sujeto y sería muy deseable que sus ideas propiciaran mayores críticas y debates en la  comunidad analítica, pero también en todo el ámbito de la clínica y de la psicopatología. Sin duda lo merecen.

José María Redero San Román. Psiquiatra

Segovia, 19 de febrero de 2013