Cuerpo, pulsión e inconsciente en la clínica del sujeto

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                                                                     CUERPO, PULSIÓN E INCONSCIENTE EN LA CLÍNICA DEL SUJETO

 

Intervención de Francisco Pereña en el seminario de Piedad Ruiz “Huellas del Psicoanálisis en el pensamiento contemporáneo” dictada en Noviembre del 2016 dentro del clico denominado el Cuerpo pulsional. Debates de la clínica psicoanalítica.

 

La pregunta de la entrevista era ésta: ¿qué cree usted que ha olvidado el psicoanálisis? Pues justamente eso. Lo que ha olvidado son las marcas constitutivas de la particularidad sintomática, siendo determinación de un sujeto que no se puede traducir en ninguna explicación causalista.

 

Piedad Ruiz: Recientemente Francisco Pereña ha realizado una entrevista para la revista francesa Psychanalyse, revista de prestigio en Francia cuyo número aparecerá en Enero. He recogido una de las preguntas que le planteaban allí, ya que me parece muy oportuno para empezar estos debates y sitúa muy bien las formulaciones de Pereña sobre el concepto de pulsión y las diferencias respecto de las tesis de Freud y Lacan.

La pregunta es ésta: «En su último libro Repetición e historia usted afirma que la presencia perturbadora del otro cuerpo está en el corazón de la pulsión y sitúa la confusión, la desviación de la doctrina psicoanalítica en el hecho de desconocer esa presencia del otro en el extravío, la desregulación del organismo humano. Esta afirmación parece algo radical cuando pensamos que Freud insistió sobre el desamparo del hombre, su dependencia y su soledad y Lacan no se olvidó de señalar esa presencia del otro en la alienación al deseo del otro. ¿Cómo entender mejor entonces lo que quiere señalarnos?»

Francisco Pereña: Es una buena pregunta. La cuestión de la precariedad. La precariedad es un tema que está presente en todo pensamiento no sólo psíquico sino moral. Desde la antigüedad hasta ahora.

La cuestión es qué entender por precariedad. La mayoría de las doctrinas morales a lo largo de la historia han basado sus objetivos en algo así como la «perfectibilidad». Desde las propuestas de Epicuro, o las propuestas estoicas de la época helenística, a San Ignacio de Loyola, que crea los ejercicios espirituales como práctica de mejoramiento respecto al dominio de las pasiones, de la angustia y de la agresividad, siempre está en juego una determinada concepción de la precariedad. En las escuelas morales o moralistas a partir de Sócrates la concepción de la precariedad está vista desde el lado de que el hombre tiene que mejorar desde la perspectiva de una posible articulación del saber con la virtud. Sócrates llegará a decir que el mal es el error intelectual o racional, no el error trágico de Sófocles o de Esquilo – la desgracia que le sucede al hombre por el hecho de haber nacido que dice Edipo- sino que sería un error en la concepción de la relación con los otros y del lugar del hombre en el mundo, es decir, susceptible de educación.

Por ello, todas las escuelas moralistas son escuelas con un objetivo educativo puesto que se puede corregir al sujeto como sujeto de saber, como sujeto de virtud. Esa es la mejora que propone la escuela moral o moralista y lo que yo desarrollo en la entrevista es que el punto clave de la clínica psicoanalítica es que si tú entiendes esa precariedad del lado del saber el problema es que eso determina un tipo de clínica psicoanalítica como, por ejemplo, la del psicoanálisis relacional pero que está ya en Winnicott, o en Fairnbairn, o en la teoría del apego de Bowlby.

¿Por qué lo que está en juego es la pulsión? Porque la precariedad se entiende como la radicalidad de la alteración del hombre en el hecho de vivir, puesto que no es solamente que no sabe vivir es que está imposibilitado para vivir. No tiene recursos para vivir. Por eso hablo de alteración pulsional.

¿Y por qué no tiene recursos para vivir? porque en su propio ser corporal o viviente la presencia del otro es absolutamente radical. Cuando digo radical quiero decir que no sólo necesita al otro sino que su cuerpo está intervenido por el otro. Todos los fenómenos clínicos que observamos en la infancia tienen que ver con el hecho de que el niño se alimenta más de libido que de leche.

Esto supone otra versión de la precariedad. Yo no tengo un saber que trasmitir acerca de cómo vivir. Es lo que explico en mis libros. La vida, por el hecho de la subjetividad que es la alteración pulsional -no se puede hablar de pulsión más que en relación con la subjetividad-, es un despropósito, está extraviada entonces… ¿Cómo hacemos? En ese despropósito se juega la vida, en qué hacer en el vínculo con el otro puesto que el otro es la fuente libidinal. Esto hace depender la clínica psicoanalítica del concepto de pulsión y por supuesto del de inconsciente. El inconsciente está enraizado en la pulsión, es decir, las marcas, la memoria inconsciente que llamo yo -no el recuerdo- son los efectos que ha dejado esa alteración (la que abre el espacio de la subjetividad) en un sujeto concreto. Esas marcas, esos encuentros o desencuentros, esas experiencias del dolor y la satisfacción, todo esto va a construir una subjetividad determinada y concreta que no es la página en blanco de Locke ni el contrato vacío mercantil. Es un sujeto determinado ya por esas marcas. Es un sujeto desgraciado en el sentido de la tragedia griega, no estoy hablando de melodramas decimonónicos, y esa desgracia constituye su determinación sintomática. Con eso tiene que vivir y a partir de ahí cómo vivir con esa determinación sintomática. Ahí es donde interviene la clínica psicoanalítica, porque si no sería entramos en la reeducación.

En ese punto lo que en la entrevista me preguntaban es por qué yo subrayo lo de la precariedad que, por supuesto, ya está en Freud. Yo explicaba que efectivamente mis libros parten del hecho de la asistencia ajena, término y expresión que yo tomé de Freud, del Proyecto de una psicología para neurólogos. Era un Freud muy temprano y que ahí Freud explicaba muy bien como esa necesidad del otro o esa asistencia ajena (fremde Hilfe) era una expresión de una subjetividad radical que hacía del hombre un sujeto lingüístico y moral. Dice las dos cosas Freud en ese capítulo.

P. Ruiz: La vivencia de satisfacción -lo leí el otro día- es la fuente de toda moral.

F. Pereña: Eso que a mí me parece un hallazgo, me pregunto por qué Freud no sigue esa pista, por qué la abandona. En la entrevista apunté al hecho del abandono por parte de Freud al hacerse un lío con la pulsión. Después de escribir el Proyecto (texto póstumo, por lo demás, que se publicó en los años cincuenta, aunque es verdad que está de alguna manera en las cartas a Fliess) cambia y, en vez de seguir por ahí para ampliar el campo del psicoanálisis en relación con esa realidad corporal del sujeto viviente, se dedica a investigar el inconsciente pero ya en cierto modo por fuera de la pulsión, como en La interpretación de los sueños, con todas las contradicciones lógicas de quien está en un proceso de descubrir, ya que es verdad que el capítulo VII vuelve a recuperar lo que es el carácter, las huellas mnémicas de ese carácter, las marcas. Ese capítulo es interesante ya que Freud lo añade al final de la teoría de los sueños, como si dijera “estoy hecho un lío”, y ahí introduce ya la metapsicología.

Vuelve a recuperar algo de sus intuiciones en relación con lo pulsional. Pero empieza a investigar al inconsciente del lado de la interpretación, y este es un problema porque al interpretar el inconsciente -que es en lo que se basa el psicoanálisis postfreudiano, ya que ellos se ven obligados a abandonar la pulsión para favorecer la idea de inconsciente como interpretación- eso a Freud no le vale. No podía dejar la pulsión fuera. Hace una especie de dualismo entre pulsión e inconsciente. Se hace un lío, no sabe cómo articularlas y empieza a investigar la pulsión en relación con la sexualidad en los Tres ensayos y después desarrolla la pulsión en relación más directamente con la biología a partir de Weismann.

En ese proceso Freud hace un truco, una trampa, un juego de magia. Quiero decir que él en vez de hablar de alteración pulsional que es de lo que debería de hablar a partir de la asistencia ajena, esa Até, o Amartía como dirían los trágicos griegos, en el propio ser del hombre, en vez de eso introduce un dualismo pulsional de tipo ontológico, como ya son las pulsiones del yo y las pulsiones sexuales, y finalmente la pulsión de vida y la pulsión de muerte. Ha construido entonces una especie de dualismo cosmológico (que está también en los animales) y ese dualismo pulsional que está en todos los seres vivientes es algo que ya nada tiene que ver con la clínica.

No hay que olvidar que en esa época estaba también su relación con Jung. Tiene sentido que Jung hablara de arquetipos. Los arquetipos jungianos son una manera de ligar la cosmología pulsional de Freud con el inconsciente.

Freud no lo liga. Él hace ahí un impasse. Hay textos o capítulos de textos donde intenta volver a articular pulsión e inconsciente pero al haberle fallado el concepto de pulsión la cuestión de la clínica tiene el riesgo de derivar a una reeducación de las pulsiones.

En la medida que las pulsiones son cosmológicas/biológicas, la clínica se va a orientar más hacia cómo gobernar las pulsiones, como es el caso de El malestar en la cultura, texto excesivamente exitoso en el que concibe la cultura y el Estado como la civilización que sirve para domesticar las pulsiones.

Nosotros leemos a Freud muy desprovisto del pensamiento alemán del que él vive. Era la época del pensamiento de Carl Schmitt, por ejemplo, y de la antropología alemana que había establecido la tesis de la doble naturaleza. Tenemos la naturaleza primera que está perdida, y entonces el hombre lo compensa con la segunda naturaleza. Ese es el marco cultural de Freud. El concepto de segunda naturaleza estaba en todo el pensamiento alemán. Desde Herder, Hegel, Nietzsche… Salvo el pensamiento más subversivo de Nietzsche, la corriente más oficial es la hegeliana para la que el Estado es la segunda naturaleza. El Estado es el espacio de la libertad y la eticidad (término hegeliano) y a partir de ahí se construye la civilización, la libertad y bienestar de los humanos en el espacio de la segunda naturaleza que suple la falta de un ordenamiento biológico suficiente para vivir.

La antropología filosófica alemana -de donde Freud toma el término de pulsión- proviene precisamente de la idea de que somos un ser carencial que da lugar a lo que después se llamó la teoría de la compensación (que es la segunda naturaleza), pero ¿dónde está el sujeto ahí?

Es el problema que tiene siempre Freud con estas cosas porque sea que tomes la pulsión del lado cosmológico, y lo que eso supone respecto del inconsciente, porque si lo vinculas a las pulsiones por la vía ontológica tienes que darle al inconsciente un estatuto de ser o de estado, no de proceso. La ontología que viene de Nicolai Hartmann, es distinta, pero quiero decir que esto está en el marco del pensamiento alemán y entonces la clínica del sujeto se va perdiendo y está siendo sustituida por la clínica del inconsciente pero no del sujeto del inconsciente sino del inconsciente ontologizado. Es verdad que a Freud le preocupa la deriva de Jung hacia los arquetipos, la idea de un inconsciente cultural, colectivo. Freud sabía que ahí se jugaba la clínica. Si no hay sujeto no hay clínica.

P. Ruiz: Hay muchos autores postfreudianos -sobre todo los de las relaciones de objeto- que critican que Freud no hubiera desarrollado más lo que empieza a aparecer en Introducción al narcisismo. No van al tema de la asistencia ajena del Proyecto como tú lo tomas, pero sí plantean que en Introducción al narcisismo al tratar de diferenciar el narcisismo de la relación objetal, es decir, la libido del yo de la libido hacia el otro, Freud está dando mucha importancia al otro como otro libidinal, como espacio libidinal, algo similar al planteamiento de lo que se estaba planteando por ejemplo en la teoría del apego. El problema es que estos autores tienen que abandonar el concepto de pulsión, ya que tal y como estaba planteado en Freud era inaplicable en la clínica infantil, pues la pulsión en Freud se movía más en el terreno de la pulsión y el objeto de satisfacción. Además, el dualismo pulsional tampoco les servía de mucho en la clínica infantil y no digamos toda la vertiente interpretativa.

Cuando Freud plantea la pulsión más ligada a la asistencia ajena rompe con la causalidad instintiva. El síntoma ya no se puede referir a ninguna causalidad universal. El síntoma no puede ser «Usted tiene este síntoma porque la pulsión de muerte le está ganado terreno«, esos son conceptos que legislan para encontrar una causalidad universal para lo que es estrictamente particular. Yo no sé si una posibilidad para pensar por qué Freud se fue por ese lado que le critica esta gente es porque estaba obsesionado con que no relacionaran el psicoanálisis ni con la religión (en el tema de la relación transferencial y la sugestión) ni con la filosofía porque no quería que se pensara su teoría como una concepción del mundo más que como una clínica y que quedara fuera del campo científico. No sé si tú piensas que eso, aparte de todo  el entorno intelectual alemán… yo creo debía de ser su obsesión por legislar el campo de la pulsión que era imposible. Entonces el sujeto de la clínica quedaba fuera.

Ha sido desafortunado que estos autores tuvieran que desechar el concepto de pulsión para poder subrayar el vínculo con el otro, además no se abandonó el campo de la interpretación.

F. Pereña: Lo que la clínica psicoanalítica va descubriendo es que se trata del vínculo y todos estos autores postfreudianos, como R. Spitz y luego Bowlby, dicen que eso es la clínica. Lo demás sería la pulsión, lo que en última instancia hay que abandonar. Tiene lógica, porque la decisión es entre pulsión o clínica. La pulsión tal como la entiende Freud es un abandono de la clínica del sujeto. Para los clínicos, todo lo que supone un avance en la clínica de la relación de objeto y en la cuestión del vínculo va a suponer el abandono del concepto de pulsión. No les sirve el concepto de pulsión.

El problema está en que al abandonar el concepto de pulsión, esta cuestión del vínculo se orienta en la clínica hacia la interpretación, con lo cual el sujeto queda en una posición delicada ya que es la interpretación del analista lo que dice al sujeto lo que es el sujeto supuestamente concreto, cuando en realidad habla desde lo universal. Ahí la escucha analítica se resiente siempre con la interpretación y si leéis a los autores postfreudianos veréis que hay una dosis salvaje de interpretación. Es verdad que bien orientada en el sentido del vínculo, de las relaciones objetales primarias pero hay un exceso interpretativo que con frecuencia son verdaderos delirios. Por una razón muy sencilla, porque el problema es que si tú crees en el inconsciente, digámoslo así, pero a la vez has eliminado la pulsión, entonces la particularidad desaparece, como el cuerpo, y entonces se desplaza a la universalidad pulsional de Freud o a la universalidad interpretativa de los postfreudianos.

Eso se ve en sus libros. Tú ves interpretaciones y dices «este analista está loco” ¿De dónde salen esos delirios? De un código interpretativo que yo puedo aplicar a los pacientes. No hay lo que llamaría Esquilo la escucha del dolor. La escucha se resiente. Yo escucho para colocarte la interpretación que tengo por ahí. A ti te encaja esto.

Esto deberíais tenerlo en cuenta para vuestra formación y vuestra clínica. Lo que se ha producido es un cambio de universalidad: de la pulsión, error freudiano, a la universalidad de la interpretación, error postfreudiano.

La pregunta de la entrevista era ésta: ¿qué cree usted que ha olvidado el psicoanálisis? Pues justamente eso. Lo que ha olvidado son las marcas constitutivas de la particularidad sintomática, siendo determinación de un sujeto que no se puede traducir en ninguna explicación causalista.

Y ahí tienes razón en lo que dices. El problema de la causalidad, como ya dijo Nietzsche, es una pesadilla, una obsesión de los filósofos y de los charlatanes que se quieren dar el postín de científicos. Tengo un libro de Max Plank en el que habla de la psicología como si fuese un terreno donde tiene interés por tener el gran reto de descubrir las causas, ya que todo el mundo, dice Max Plank, se cree que es libre porque ignora su determinación. Pero él entiende la determinación no como sintomática sino como una causalidad exterior. Si es así uno no se puede dedicar a la clínica, y este asunto de la determinación sintomática es enormemente importante ya que es ahí donde se junta el inconsciente y la pulsión.

La pulsión fue abandonada para tener una clínica pero, a la vez, la clínica sin la pulsión es un delirio interpretativo o una reeducación adaptativa, como, por ejemplo, el psicoanálisis relacional, donde ya no hay ni inconsciente ni pulsión. Ellos hacen una interpretación del inconsciente, ya ni si quiera como el kleinismo que construye el inconsciente desde las fantasías primarias, por lo que aún mantenía el enigma del sujeto del inconsciente como inaprensible por la interpretación, y eso a pesar de que eran muy interpretativos, delirantemente interpretativos, justamente por querer alcanzar lo que ellos mismos planteaban como inalcanzable, como son las fantasías primarias. Su locura, su delirio era alcanzarlas. Así mantenían la referencia de que hay algo insondable en el inconsciente.

Luego me preguntaron por Lacan. Esto sería para abrir un debate. Lacan habla de la pulsión, pero la quiere mantener a partir del dualismo pulsional. Su problema es que al mantener el dualismo pulsional, la clínica queda en un lugar muy inestable. Lacan se inventa lo del goce. Para mí, creo que tiene que ver con su concepción de la transferencia, a partir del fantasma sadomasoquista, como ya he explicado en otras ocasiones. Todo eso del silencio, de las sesiones cortas (y tan cortas, pueden ser de dos minutos incluso), de la severidad “paternalista”, es un mero ejercicio del poder, que consiste en la conocida mezcla de maltrato y protección, típica del fantasma sadomasoquista. Lo del goce le viene al pelo para ese encaje. Nunca he entendido bien lo del goce, más allá de su implicación con el fantasma sadomasoquista. ¿Tiene que ver con la pulsión? Tampoco, creo, lo saben ellos, los lacanianos. ¿Tiene que ver con el síntoma? ¿Es el famoso Symthome?. No sé quién habló más de goce, si Lacan o Miller, pero la idea de Lacan creo que es intentar reunir o encontrar un modo de explicar la particularidad de una clínica que ya no es del sujeto sino del goce en la medida que el goce sería algo particular de cada uno pero sin saber si el goce tiene que ver con el carácter, con la pulsión, con el fantasma sadomasoquista, con la pulsión de muerte… Con lo cual, un concepto que quiere resolver un problema se convierte en un comodín y un concepto comodín no explica nada. Explica tanto que no explica nada.

¿Cuántos goces hay?

P. Ruiz: Fálico, el no-todo, el místico… Creo que era sobre todo la forma particular que adopta en cada sujeto la pulsión de muerte implicada en su síntoma. Pero siempre he dicho que las interpretaciones que van por ese lado… en Freud, en la IPA iban por el lado de las resistencia y el problema del análisis lacaniano es que tomó el término goce para hablar también de resistencia.

F. Pereña: A mí, me recuerda a un lenguaje estrictamente religioso y eclesiástico. Una idea de la Iglesia como comunidad, como secta propiamente. La Escuela es el lugar donde tú depositas tu goce. En los testimonios estaba eso de mi partenaire es la Escuela.

Hablar de Lacan es despistarse. La clave del asunto está en la relación entre pulsión e inconsciente y en lo que hace el postfreudismo respecto a la interpretación, que es universalizar la interpretación.

El causalismo del lado del agente exterior es incompatible con la clínica del sujeto. Ya no voy a hablar en los términos del enigma. Podría, ya que el sujeto es en realidad como dice el Fausto de Goethe capaz de lo mejor y de lo peor, es un sujeto enigmático- es capaz de violar un bebé, matar a un pobre en un cajero. Esos son sujetos humanos, no animales, como pretendía el propio Freud. Lo que quería dejar claro es que a partir de ahí se plantea la cuestión de la clínica. ¿Desde esta determinación sintomática, cómo escuchar al otro? La pulsión señala que el otro está en el corazón de tu ser viviente. Si no fuera así la clínica sería muy fácil ya que podría prescindir del otro. Todo el mundo está afectado por el otro pero afectado más allá de lo que el otro hace o dice, afectado en su propio ser por el otro y eso es lo que hace complicada la clínica ya que la clínica no puede ser una reeducación. Desde ahí se entiende la angustia, la agresividad, el odio y la enigmática y permanente cuestión del amor.

P. Ruiz: En otros libros aparecía la formulación intrincación pulsional que luego lo has dejado de lado y has hablado más de vacío pulsional e inscripción de la demanda inconsciente para subrayar lo que inaugura la subjetividad humana, a saber que el cuerpo está intervenido por el otro y que esto es un hecho traumático porque supone en el humano el extravío de no saber vivir. No sé si cuando hablabas de intrincación pulsional había aún cierta resonancia del dualismo pulsional y por eso prefieres hablar ahora de vacío pulsional.

Pero también quería subrayar el término de inscripción. Si el humano es un ser extraviado que no le queda otro remedio que pedir al otro, demandarle para vivir, ¿por qué hablas de inscripción? En tu libro Repetición e historia lo que aparece es inscripción de la demanda inconsciente. Lo que tú planteas es que inscripción tiene que ver con el hecho de que toda experiencia es una actividad y que la actividad inconsciente en ese sentido es constante. Que no es una inscripción de una vez para siempre sino que es una inscripción que siempre está como volviéndose a inscribir. El término inscripción pueda dar lugar a equívocos en ese sentido de se tiene o no se tiene dicha inscripción. Porque también hablas de una diferencia entre inscripción y articulación. Estarían las dos preguntas: la primera sobre intrincación pulsional como resonancia del dualismo freudiano y la diferencia entre inscripción y articulación de la demanda inconsciente (de los modos de cómo nos vinculamos a los otros), no sé si la articulación está más referida a lo que se realiza en el análisis, a la tarea analítica o no, ya que a veces en tus libros hablas de diferentes modos de articular la demanda al otro, de vincularse al otro que dan lugar a diferentes manifestaciones psicopatológicas. Es decir, tanto aparece articulación de la demanda al diferenciar un trastorno límite que de una neurosis o de una psicosis y también aparece el tema de la articulación como algo absolutamente inevitable en el trabajo analítico. O sea que estaría de los dos lados y el tema de la inscripción yo creo que te refieres a que es una actividad constante porque la actividad inconsciente es constante.

F. Pereña: Dejemos de lado lo de la intrincación. Yo escribo los libros para enterarme y una vez que me entero los olvido y elijo lo que me sirve para seguir pensando la clínica. Intentaba pensar la idea freudiana de intrincación pulsional como un intento de mantener la perspectiva clínica, aún o a pesar del alejamiento de la clínica que supone el dualismo pulsional. Tomé esa expresión freudiana de intrincación pulsional para intentar acercar la pulsión freudiana a la clínica, a la clínica del sujeto. En ese sentido era el primer paso para indagar lo que es la pulsión ya partiendo de la clínica y no tanto fabricar un concepto de pulsión que me ayudara a la clínica sino pensarlo a raíz de la clínica.

Es verdad que hay una cierta inestabilidad de los términos pero yo siempre que hablo de la inscripción me refiero a una cierta experiencia del vacío pulsional como falta.

La experiencia del vacío pulsional como falta puede tener diversos destinos porque si el sujeto subraya mucho el vacío pulsional entonces la falta no es una elaboración del vacío pulsional sino que se va a orientar hacia cómo tapar el vacío pulsional, todas esas estrategias de la dependencia y del objeto persecutorio.

P. Ruiz: ¿Qué entiendes por vacío pulsional?

F. Pereña: El hecho de que haya experiencia del vacío pulsional como falta no quiere decir que esa inscripción venga dada. Eso es una actividad que dura toda la vida, por eso hablo de inscripción/reinscripción. En ese proceso está el proceso de articulación de la demanda inconsciente al otro.

¿Qué entiendo por vacío pulsional? En la medida en que la pulsión es un término que quiere dar cuenta de una pérdida del código instintivo o biológico y del extravío del humano quiere decir que no tiene ninguna coincidencia consigo mismo.

Si tú no tienes un ciclo que te permita coincidir contigo mismo eres una pura no coincidencia. Si eres una no coincidencia eres una no identidad y si eres una no identidad eres un vacío. Eso lo explica muy bien Final de partida de Beckett un diálogo de Hamm y Clov. Hamm lo explica muy bien.

Aquí entramos en el terreno de la clínica. La experiencia del vacío pulsional no es una experiencia intelectual. Es la angustia. Entonces el tema es qué hacer con la angustia. La Até de los griegos, la desgracia, es la angustia. ¿Qué hacer con la angustia? Creo que Kiergkegaard tuvo aciertos en su trabajo sobre el concepto de angustia. Habló de la angustia como posibilidad que es la angustia donde el vacío pulsional puede ser trabajado desde la falta. La angustia como posibilidad permite trabajar la angustia del lado de la articulación de la demanda al otro, pero la angustia paralítica es la experiencia del abismo, y de ahí surge, como defensa, la agresividad. Es muy importante en nuestra práctica indagar sobre la agresividad, sus modos y sus manifestaciones en las relaciones con los otros La agresividad es respuesta inmediata a la angustia. Hay una angustia pulsional y otra más sintomática que atañe a los modos concretos de asegurarse del otro, sea bajo el modo victimista o similar, formas de esquivar el miedo al abandono. La angustia pulsional es puro abismo y desesperación. Entonces tú tienes que invertir esa pasividad mediante la agresividad.

En nuestra práctica, mires por donde lo mires, siempre te vas a encontrar con la angustia y también con la agresividad. La queja, el odio, el miedo, todas estas formas de dependencia puede llevar incluso al maltrato y al daño de lo que dices querer. Colocar al otro como tapón del vacío pulsional lleva a odiar la propia dependencia y a la vez a necesitar la dependencia del otro. Las maniobras más destructivas de los sujetos provienen de la angustia pulsional, de cómo aplacar la angustia pulsional y lo que he llamado, por ejemplo, culpa superyoica. Yo insisto en esa diferencia porque hay que preservar la culpa en relación con la responsabilidad. La responsabilidad puede ser temible, es demasiado política. La culpa subjetiva da la dimensión subjetiva a la responsabilidad. Tomé de Freud, concretamente de El Yo y el ello, la nominación de culpa superyoica. La culpa superyoica da cuenta de ese embrollo entre angustia, culpa y agresividad. Mientras más culpa más agresividad, mientras más agresividad más culpa.

¿Y la clínica para qué sirve? Es verdad que no te va a cambiar la determinación sintomática. Suele pasar que se acuda al analista para señalar la impotencia ante la vida, ante los sentimientos contradictorios que suscitan los demás, como si no se tuviera recursos propios y entonces se ponen en manos del otro. No hay más recurso fundamental de un sujeto que la demanda amorosa y su articulación. La demanda de poder dirigirte al otro desde lo que quieres y no meramente desde lo que temes. El miedo lleva a querer asegurar la respuesta del otro mediante estrategias de dependencia o de descalificación. Suele suceder que unos padres descalifiquen la demanda del hijo, puede que para no frustrarle, y así en vez de responder descalifican, como si quisieran que tal demanda no se hubiera producido.

El recurso fundamental es la propia demanda, porque si no se trata sólo de taponar el vacío pulsional. Pero ese taponamiento tiene un coste excesivo porque es muy destructivo. Si tú el vacío pulsional no lo tratas como inscripción de la demanda y una articulación con el otro que tú puedas rectificar para no reducirte a la queja y al pánico de ser excluido y el resentimiento que esa exclusión/autoexclusión provoca, entonces vas a permanecer únicamente pendiente del daño del otro y lo que eso supone de maltrato a tu propia demanda amorosa. Sin embargo, dar la propia demanda es donar mi fragilidad o mi falta al otro como acogimiento y disponibilidad para recibir y no destruir ese poder recibir que es también un acogimiento del otro. Ahí podemos empezar a hablar de una rectificación de la articulación de la demanda, aún en sujetos devastados

.P. Ruiz: Y en este sentido el título de tu libro ahora ya es muy ilustrativo. Se titula de la Angustia al afecto. Es decir, el tomar el vacío pulsional como falta, que la angustia pulsional pueda ser sintomática es que se pueda articular como demanda amorosa.

F. Pereña: Efectivamente, porque eso del amor del que tanto se habla es la más rara avis que en la historia hubo. Por una razón muy sencilla, porque en el amor de lo que se trata es de que tú sientas. Es la vieja tesis del Banquete de Platón: la experiencia del amor es de quien ama no viene de ser amado. Pero todo está orientado a ser amado. Esa exigencia ya está en la raíz de la pulsión, es una exigencia al otro para que tapone tu angustia.

P. Ruiz: Que calme, pero eso sería seguir esa posición pasiva de alguna manera. La queja siempre es pasiva.

F. Pereña: Estoy de acuerdo. La queja de no ser amado, de ser excluido es en este terreno de la clínica del sujeto una posición pasiva. Señala una agresividad. Conviene saber que en este campo del sujeto, se está en precariedad justamente porque no usa su recurso fundamental como sujeto del inconsciente que es la articulación de su demanda amorosa. No hablo de la terrible precariedad en términos colectivos creada por un sistema cruel y destructivo de poder.

P. Ruiz: La pregunta que planteo ahora es, como el día anterior ya hablé de por qué no pensar el cuerpo como una formación del inconsciente ya que en Freud las formaciones del inconsciente eran el lapsus, el sueño y el síntoma fundamentalmente, por qué no pensar el cuerpo como formación del inconsciente. El término formación en Freud -que utiliza muchísimo- Formación de compromiso, sintomática, sustitutiva, reactiva… está en su obra por todas partes…

F. Pereña: Si, pero también en cualquier libro alemán de la época. El término Bildung -que significa formación- tuvo mucho auge a partir del siglo XVIII. Traducir Bildung por formación es de entrada insuficiente. Bildung implica la idea de proceso, de movimiento, un proceso mediante el cual sea un pueblo, nación u obra de arte adquieren forma.

Esto nace -yo creo- a partir del descubrimiento que hace el pensamiento alemán de la cultura griega. Es una idea aristotélica. El hilemorfismo es un proceso, el viviente es una materia en busca de forma. Una materia en movimiento buscando una forma. No lo dice así literalmente pero sería un resumen de la idea aristotélica de forma de donde, creo, viene la idea de Bildung.

Es un término en Aristóteles fundamental y es lo que le separa de la tradición platónica donde el eidos (la forma) está en el mundo de las ideas, para Aristóteles está en el cuerpo. Es un cambio importante ya que la cuestión que Aristóteles se plantea sobre todo con los seres humanos es la incompletud, la potencia del no ser, el movimiento…

Hay un pequeño tratado De anima, extraordinario, que plantea la cuestión de la unicidad del ser, si el ser es uno o múltiple. Lo resuelve con la relación entre potencia y acto. La relación entre el no ser y el ser. Quiero decir con esto que el movimiento es pasar del no ser al ser y eso lo hacemos todos los días. Cada vez que nos movemos vamos del no ser al ser en esa combinación, es decir, estudiamos, leemos porque tenemos la potencia o sea el no ser de saber a cerca del alma como decía el texto de Aristóteles y entonces nos movemos para saber acerca del alma.

Esa relación entre potencia y acto es lo que mueve al sujeto. Por eso se le ha llamado a Aristóteles filósofo del acto. Se trata del acto porque el hombre es un indagador permanente, un ser, en suma, carencial. El animal -aquí hablo por mi cuenta- sería un ser pasivo ya que todo lo que hace ya está de alguna forma «hecho», por la propia determinación del ciclo genético. Es, por tanto, una forma concluida. Algo parecido dice Aristóteles. Mientras que el sujeto humano del intelecto, sujeto lingüístico y moral, es siempre necesariamente activo porque buscar su forma, es un sujeto de decisión. No tiene forma concluida. De ahí viene la idea de Oresis, y de ahí el término anoréxica (sin deseo). Al sujeto humano le es esencial el deseo.

Entonces la formación tiene que ver con esto. La consigna de la universidad alemana de Humbolt era: «La formación animosa» es decir, con deseo. El saber en Aristóteles tiene que ver con el deseo de saber. Esto es una distinción que ya hizo para otra operación pero que tiene interés y que estamos olvidando, me refiero a la diferencia entre conocimiento y pensamiento. La información no significa pensar. Aristóteles lo que dice es que se trata de pensar lo que hay que pensar y no de informarse. Yo miro a las estrellas para pensar no para informarme. Incluso en De anima, en el libro segundo, explica que el alimento del niño es tanto la nutrición como el pensamiento.

H. Pestalozzi, el pedagogo suizo, habló mucho de Bildung también y lo habla en relación con el cariño. El cariño de la madre por el bebé como formación del bebé.

Habréis oído hablar del Bildungsroman, la novela de formación, la educación sentimental o formación de un sujeto a-morfo o informe que es, por ello, devenir.

Por tanto no hay que entender la formación de la que hablo como ponerse en fila o con la formación profesional.

El término freudiano es Bildung, formación como proceso en busca de forma. La expresión freudiana de formación de síntoma habla de un proceso y de un trabajo.

P. Ruiz: Claro. Tú hablas en el libro de elaboración y repetición que sería algo similar.

F. Pereña: Efectivamente. Eso sería. Para entender un poco la idea freudiana hay que verla de ese lado. La idea de formación como proceso, en busca de forma. Es además importante para hablar del cuerpo. El cuerpo tiene que encontrar su forma para ser cuerpo. Eso se ve en las psicosis, pero el cómo dotarse de cuerpo, cómo relacionarse con el cuerpo, cómo presentar el cuerpo, cómo mover el cuerpo, cómo me daña o cómo deseo el cuerpo, cómo descubro la vida del cuerpo como deseo, y luego están la gran diversidad de los llamados trastornos psicosomáticos o digamos “trastornos” de formación. Una expresión del cuerpo sin forma, en busca de forma expresando su sin forma. Está expresando su sin forma buscando la forma de expresarse. El modo de tener un cuerpo es como tener cuerpo, crear un cuerpo como Bildung. Los franceses tradujeron Bildung por educación, pero tampoco es cierto.

P. Ruiz: Y construcción tampoco ¿no?

F. Pereña: No. Es formación. Bildung es un término muy preciso. ¿Cuál era la pregunta? P. Ruiz: Que si del cuerpo se puede hablar como una formación del inconsciente en este sentido de elaboración y repetición, trabajo, expresión…

F. Pereña: Efectivamente. Un cuerpo cuando está reducido a la actividad pulsional no tiene forma. Por poner un ejemplo, el de la bulimia es un cuerpo que funciona sobre la actividad pulsional de tragar y vomitar. Activo-pasivo, es una actividad pulsional casi mecánica, automática. Ahí no hay cuerpo como forma. La forma del cuerpo pulsional sería el cuerpo libidinal, quizá o que llamaba R. Spitz la construcción del objeto libidinal. Sería el cuerpo en busca de forma.

P. Ruiz: De eso hablamos el día pasado, de la diferencia entre cuerpo pulsional y cuerpo libidinal.

F. Pereña: ¿Se puede hablar de cuerpo pulsional? es lo que yo digo en la pregunta sobre la alucinación. El hecho pulsional es alucinatorio ya que no tiene forma. Es decir, el sujeto bulímico que acumula comida cabría decir que vive en lo alucinatorio. No es la alucinación psicótica pero vive en lo alucinatorio pulsional, no puede ver su cuerpo porque está fuera del cuerpo libidinal, entonces siempre ve un cuerpo no libidinal. No ve el cuerpo propiamente dicho, ve una masa. Quizás exagero pero reducido a lo pulsional ve una masa alucinada. Le pasa a la anorexia también. No ve el cuerpo libidinal entonces ve algo alucinado, no es que quiera reducir yo la bulimia a una falsa percepción pero tiene que ver con la falsa percepción.

 

                              PREGUNTAS                                   

 

Sonia Fernández: En relación con lo de cuerpo pulsional y cuerpo libidinal haría una pregunta que me gustaría formular y quiero plantear:

Tengo una paciente de unos 30 años que consulta porque desde la adolescencia se da atracones, vomita y en los últimos tres años esto se ha convertido en algo que ella denomina una obsesión. Su vida gira en torno a esto. Entonces ella en un momento determinado plantea desconsoladamente que tiene conversaciones telefónicas con su madre y son conversaciones donde su madre no cuenta nada, que ella podría tener con una vecina. Ella describió a la madre como fría, desconectada de sus necesidades desde cuando era niña y en eso se detiene mucho. Entonces yo la pregunto qué cuenta ella -la paciente- se queda como impactada y dice: «-nada» lo que aparece es que la que ha hablado en esa conversación es la madre y si bien hay cosas en las que podría yo estar de acuerdo de una madre que ha podido dañar.. Mi pregunta es ¿por qué ella construye una madre así? que al margen de cómo sea la madre ella dice mi madre no cuenta nada y es la única que habla.

F. Pereña: Preguntas por qué la construye así. Ella es pasiva, se da atracones. El problema es cómo recibe. Recibe sin dar. Si tú no das no puedes recibir. Para recibir algo del otro tienes que darle para poder recibirlo. Pienso en alguien que ha recibido algo de la familia y que ha exigido firmar que él no va a devolverlo. Ese escrito es como un rechazo a recibir, aunque pueda parecer lo contrario, no puede dar su falta para así poder recibir. No. Tiene que poner algo como obstáculo, para no recibir,

P. Ruiz: Para tapar la falta.

F.Pereña: Para no dar la falta. Tú para poder recibir debes dar la falta. Él no está en ello, no puede dar, entonces no puede recibir. Independientemente de lo que haya pasado en esa historia familiar.

Que la madre sea como sea, ha construido una madre para no recibir nada de ella, puede ser porque el vacío sea la misma madre, un vacío que no puede llenar por muchos atracones que se dé. Al no poder recibir lo que recibe son atracones de la madre o de la nevera, recibir lo que no puede retener. Además en el caso de la bulimia no se puede ni retener ni conservar lo que recibe o lo que incorpora.

S. Fernández.: Y así tapa el vacío pulsional.

F. Pereña: Efectivamente. Es una actividad pulsional maquínica con la función de tapar el vacío pulsional. Eso es lo que el psicótico no consigue hacer nunca, tapar el vacío pulsional. Por eso el vacío pulsional tiene para él el estatuto de hecho alucinatorio radical que no admite más tratamiento que el delirio.

S.Fernández: Entonces, ¿esa distinción entre cuerpo pulsional y libidinal ahí cómo se ve?

F. Pereña: En este caso es un cuerpo pulsional -diría que ni siquiera es cuerpo, pero para entendernos- porque ella es puramente pasiva. En el cuerpo libidinal tú das al otro tu demanda. Para eso se requiere la inscripción psíquica de la pérdida. No se puede dar, no se puede recibir sin que la pérdida esté en juego.

P. Ruiz: Y esto también explica (cuando hablamos del deseo como límite interno de la pulsión) que cuando hay un cuerpo libidinal se pueda decir «me haces falta o estoy en falta, dame, te necesito» lo que es la demanda de amor, eso indica que el deseo es un límite interno. El cuerpo pulsional no tiene ese límite interno, es el cuerpo de esa paciente bulímica que se pega el atracón y lo retiene, no hay límite. El problema de la bulimia y la anorexia es que no hay límite. Es no poder conservar ni retener. Ahora bien, tú te preguntas ¿por qué esta chica construye a esta madre? pero también nos podemos preguntar por qué construye una madre que no puede darle, de la que no puede recibir. No parece la madre que acoge aunque hable todo el tiempo, no parece que sea ese tipo de madre. Entonces esa madre que no es de la acogida ni es un cuerpo libidinal en ese sentido está presente en estos casos muchas veces, no digo en todos pero muchas veces y en lo que vamos a ver también en otra clase es el tema de los cortes. Es una constante clínica. Cuando una chica no sabe a quién puede hablarle ya que está angustiada y no encuentra quien le pueda hablar es cuando se corta. Basta con que haya una persona a la que ella pueda hablarle para que no se corte. Eso lo vamos a hablar con un caso que voy a presentar y me parece muy ilustrativo. Si hay un otro libidinal ella puede pedir. También puede ser que no encuentre o que no haya podido encontrar a quien pedir. Los cortes tienen que ver con esto y además son adictivos. Se ha demostrado que en el corte se segregan una serie de sustancias opiáceas que produce adicción.

Participante 2: Es para ver si he entendido qué quiere decir cuando el bebé alucina la presencia de la madre para cambiar su angustia, el sujeto bulímico cuando se da el atracón o come está también calmando la angustia pero de una manera muy automática. Pensaba que está haciendo un acto pero es activo más en relación al otro ¿no? sería una acto automático que deja en la pasividad frente a poder articular algo con el otro ¿no?

F. Pereña: Si. Si no puede articular nada con el otro es pasivo. De lo alucinatorio hablaremos el próximo día más despacio. Es un concepto fuerte, fundamental en la clínica pero conviene situarlo bien. Todo lo que acerque a la actividad pulsional más acéfala, más sin sujeto, se acerca a lo alucinatorio.

P. Ruiz: las adicciones también.

F. Pereña: sí, por ser un modo de relacionarse con el cuerpo bajo un modo de satisfacción que no es la del deseo. Es satisfacción pasiva. De hecho en la droga un drogadicto está más cerca de salir de la droga cuando te dice, por ejemplo, «uso la droga para desconectar del mundo». Ahí ya aparece un sujeto, y entonces la dependencia puede pasar al estatuto de elección sintomática y eso abre una vía de posibilidad, de tratamiento. Cuando es puramente pasiva es tomado o engullido por la sustancia. Ahí es más difícil. Vives un estado de pasividad pulsional donde se es mero monigote de la pulsión, como si el propio cuerpo hiciera de tapón del vacío pulsional.

P. Ruiz: Muchísimas gracias a Francisco Pereña y a vosotros.

 

 

Edición y transcripción: Oscar López