“…la clínica psicoanalítica, como clínica del sujeto, no puede desaparecer, siempre será actual a la vez que anacrónica. El más ardiente defensor de la maquinaria genética, el más exaltado buscador de genes para una interminable red de trastornos siempre repetidos y siempre novedosos, acude a la clínica del sujeto cada vez que su desamparo y su angustia le arruinan la certeza y le cuestionan la vida”.
De la angustia al afecto: un recorrido clínico (2013)
De la angustia al afecto es el recorrido de un análisis, pero también el recorrido de una vida. El radical desamparo del sujeto por la quiebra de la inmanencia orgánica le lleva a tener que solicitar la vida a los demás a la vez que no puede deshacerse de sí mismo. Tal inmediatez de la angustia obliga a crear un vínculo afectivo como fuente libidinal. Pero el miedo al abandono, a la soledad, a no existir para nadie, maltrata y pervierte ese vínculo mediante el anhelo de asegurarse la respuesta. Los temores se convierten, entonces, en persecutorios. Ahí se instala la trama del daño que los hombres se hacen los unos a los otros. El protagonismo libidinal de lo que se teme es mayor que el de lo que se ama. ¿Hasta qué punto es posible despejar esos temores persecutorios a fin de que la demanda amorosa se pueda articular como tal? Esa es una tarea constante.
El melancólico y el creyente (2012)
El melancólico padece de incredulidad. No es una mera actitud mental. Es el modo de vivir la pulsión, de sentir la alteración de la vida. Se debe a su dificultad de dar a esa alteración el estatuto de demanda inconsciente. Vive pues la pura alteración como abismo que le separa de manera irreversible de los demás. Toda modalidad de psicosis viene de la soledad de ese abismo.
Este libro no es una autobiografía. Es una reflexión autobiográfica que va ligada a un lugar y a una época. Es también una pregunta sobre la condición moral de un modo de vivir, desde la perspectiva crítica del amor y de la desesperación. El niño de la posguerra, el militante antifranquista, el psicoanalista y el lector se juntan para pensar y dar testimonio de esa época.
La sorprendente extensión de los trastornos del límite ha desvelado la poca consistencia de una clínica anclada en la rigidez diagnóstica de las “estructuras clínicas” y ha obligado a la clínica del sujeto a tener más en cuenta los procesos de construcción de la subjetividad, de la inscripción de la pulsión como demanda inconsciente.
Fragmentos de la vergüenza (2008)
Muy desde sus comienzos el psicoanálisis se orientó por un tipo de disciplina institucional que lo llevó a la tradición religiosa de las doctrinas de acusación. Este doctrinarismo basado en la adhesión sólo se mantiene hoy, de mala manera, por intereses corporativos. Sin embargo, es un hecho que la clínica psicoanalítica perdura como clínica del sujeto. ¿Quién se va a ocupar del mundo de la vida, del sujeto en su encarnadura concreta, de sus carencias, de su sinsentido y de sus temores, lo que impide que el humano pueda ser asimilado a una maquinaria genética? ¿Quién se va a ocupar del desamparo si todo se confía al triunfo del gen? ¿Quién portará la compasión que el determinismo genético, heredero de la doctrina de la predestinación, ha despreciado y aniquilado?
Soledad, pertenencia y transferencia (2006)
Aún hoy prosigue la polémica sobre el valor terapéutico y epistemológico del psicoanálisis. Eso indica su vigencia pero también el malestar que produce. Ese malestar no se debe simplemente a la resistencia del “incrédulo”, sino al anquilosamiento endogámico, que ha buscado en su aislamiento la inmunidad a la crítica. Pero la repetición de la polémica indica también la vigencia de una clínica, como es la clínica del sujeto, que resiste a todos los intentos de tratar lo psíquico desde fuera de lo psíquico. Este libro se propone abordar la angustia y el desamparo del sujeto sin la jerga habitual a través de tres perspectivas que se entrelazan: la soledad, como la condición más genuina de la subjetividad la pertenencia, como modo de darse un lugar en el otro y la transferencia, ese escabroso vínculo entre paciente y analista, que revela la pregnancia hipnótica de un sujeto.
De la violencia a la crueldad (2004)
De la violencia del trauma a la organización de la crueldad, ése es el recorrido insistente de los sujetos y de los grupos humanos. El sinsentido del trauma como radical exposición al otro, se arropa en la crueldad de la significación persecutoria que rige no sólo los discursos sino también los comportamientos de los hombres. La crueldad se convierte así en componente del vínculo social. Esclarecer la diferencia entre violencia y crueldad, y sus consecuencias clínicas, forma parte de la experiencia analítica y es tarea de la vida del sujeto. Dicha tarea será definida en este libro como aquel conjunto de fuerzas y actos que resisten a la crueldad. Nunca podremos, en consecuencia, confundir legalidad y moralidad. Estamos expuestos a las consecuencias de ese desajuste. La interpretación es el estandarte de la calumnia. El padre, especialmente el padre contemporáneo, no es tanto el de la autoridad como el de la condena y la confusión, y en cuanto a la mujer sigue siendo insoportable para todas y cada una de las propuestas de unificación fálica. ¿Es el psicoanálisis el porvenir de una ilusión o la experiencia de la causalidad traumática del sujeto que no admite ser legislado? Aufzubrechen dice la elegía de Hölderlin, empeño y desbroce, insistencia contra la exhibición de lo inerte.
El hombre sin argumento. Una introducción a la clínica psicoanalítica (2002)
El hombre está, como viviente, expuesto de modo radical al otro e intervenido por él. Esa incertidumbre del cuerpo le encamina hacia encuentros fundacionales para los que carece de pautas de satisfacción y de consolación. No hay armonía entre los hombres. Por eso el sujeto es insustituible en su deseo. El hombre, sin argumento, puede, sin embargo, convertirse en fanático del argumento. Para asegurarse del otro sólo le sirve uno: el argumento sadomasoquista. La causa colectiva toma de la causa científica lo que tiene de conquista, no de saber. Pero la causa subjetiva reaparece en su determinación, como constancia de la pérdida de realidad. En el síntoma el sujeto se da cita con la disparidad de la pulsión, la violencia de la demanda y el fracaso de la identidad. Herido de realidad, en busca de realidad, dice Paul Celan del hombre. De esa herida y de esa búsqueda trata este libro.
La pulsión y la culpa. Para una clínica del vínculo social (2001)
Culpa y responsabilidad se implican, frente a una concepción teológica de la culpa. Esa imbricación es un íntima dualidad, una íntima tensión irrenunciable para el sujeto y para el lazo social. ¿Hacer daño o padecerlo es lo que únicamente gobierna la vida del hombre?, nos preguntamos con Freud a la hora de pensar los resultados terapéuticos del psicoanálisis… Éste es sin duda un libro de clínica, pero la clínica del sujeto no es mera cuestión de anatomía. Este libro no concibe la clínica como simple especialización corporativa o grupal. Quiere salir de esa estrechez o asfixia. Su propósito es en eso inequívoco: lo que aquí se plantea desde la perspectiva de la clínica psicoanalítica es lo que los hombres se están planteando a la hora de pensar lo que como tales hombres les atañe. El síntoma y la locura son lugares privilegiadas para la verdad de esa pregunta. Desde Aristóteles, al menos, nos estamos preguntando qué es el hombre, cuál es la obra y el quehacer propio del hombre, sus determinaciones y sus deseos, sus extravíos, su particularidad y el modo singular de incluir al otro. Este libro quiere ser solidario con esa pregunta.