Reseña boletín nº 39/2015 de la Asociación Madrileña de Salud Mental (ASM)

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Esta paradoja, “lo público al servicio del pueblo, la esperanza al servicio del individualismo” no nos es ajena en la salud mental comunitaria”

 

Recibimos con interés desde hace un tiempo los boletines de la ASM porque reflejan un despertar de algunos profesionales de la salud mental estimulante. Lejos de escribir artículos sin otra finalidad que la de engrosar un curriculum, abren  interrogantes y reflexiones que cuestionan la práctica “psi” y denuncian un sistema paralizado por la “fiebre clasificatoria” de los DSM, el abuso de los psicofármacos y la prevalencia durante años y años de la psiquiatría biológica que arrasa con cualquier intervención clínica. Por no hablar de la falta de voluntad política para encarar el problema de la salud mental en nuestro país.

Ya en la editorial firmada por su Junta Directiva y titulada Omnia sunt emprendedores podemos leer: “Vivimos tiempos peculiares, dentro y fuera de la Salud Mental. Allá fuera vemos que mientras varios concejales, provenientes del activismo municipalista y del deseo de crear comunidad dicen “Omnia sunt communia” (todo es de todos) al acceder a su cargo, la palabra “emprender” se ha convertido en una jaculatoria contemporánea. Desde los telediarios a los bares, flota la creencia de que el futuro de la economía depende de los (jóvenes) emprendedores que a través de sus ideas e iniciativas individuales consigan devolvernos aquella ilusión que tuvimos de ser ricos y de poder permitirnos un estado de bienestar. Esta paradoja, “lo público al servicio del pueblo, la esperanza al servicio del individualismo” no nos es ajena en la salud mental comunitaria”

El Boletín recoge dos intervenciones realizadas en el marco del X Congreso de la ASM sobre el Diagnóstico en psiquiatría infantil y sus usos, abusos y modas:

Eva Rivas Cambronero realiza una exposición acerca del sobrediagnóstico del TDAH: “Más allá del abuso en EE.UU. del diagnóstico de trastorno bipolar infantil, de la epidemia TEA a costa de las psicosis infantiles, quizá en nuestro entorno la moda psiquiátrica más arrasadora es el sobrediagnóstico de TDAH, agravado por el empuje a fijar a la población en este tipo de diagnóstico a pesar de la evolución y mejoría a lo largo de la vida, hasta el punto de patologizar a sujetos antes considerados normales, (la frase más repetida en los padres de niños derivados por sospecha de TDHA: “en mi infancia yo también era así, pero entonces no había costumbre de llevar a los niños al psicólogo y por eso no me diagnosticaron”.

Por su parte, Eva Grau Catalá desmenuza este proceso patologizador de graves consecuencias para los niños y sus familias, a no ser que la clínica infantil se base en crear un espacio terapéutico de escucha a salvo del “ruido exterior”, como se plantea en una pregunta a modo de conclusión. Vemos algunos de los pasos de dicho proceso:

“El primer eslabón de la cadena distorsionante suele ser el etiquetado previo, que viene de fábrica, colocado antes de que la demanda haya llegado a formularse en el servicio de salud mental correspondiente. Tiene procedencias muy variadas (información buscada en internet, consejo de tutores o maestros, valoración psicopedagógica, orientación de otros especialistas, opinión de familiares, experiencias de vecinos, de amigos, etc.). Y puede presentarse de forma completamente directa, del tipo “niño con TDAH, valorar tratamiento farmacológico” o sensiblemente más descriptiva: “niño con inquietud motora, dificultades de atención e impulsividad, valorar”. Casi siempre tan blanco y en botella que parece que nuestra intervención está ya predeterminada”

El problema de este etiquetado previo es que puede influir de tal forma que tapone la escucha de otras circunstancias vitales, evolutivas y relacionales que afectan al niño y a su familia. Es decir, se atiende un síntoma prefabricado y no se indaga la determinación sintomática particular, sin la que el clínico se queda sordo y a ciegas. De este modo, sólo se psiquiatriza y medicaliza lo que pueden ser encrucijadas fecundas del desarrollo infantil u oportunidades de establecer un diagnóstico diferencial riguroso que permita orientar la clínica hacia el tratamiento adecuado.

Otros artículos del boletín que reseñamos son igualmente interesantes como el titulado “Sobre asistencia primaria y los problemas de sufrimiento mental” de Mikel Valverde o “Hacia un enfoque integrador para comprender el sufrimiento humano” de Mª Victoria Martínez y Cristina Coca, pero queremos destacar uno en particular. Se trata del artículo firmado por Teresa Abad Sierra y Sara Toledano Márquez y titulado “Posibilidades del enfoque de Diálogo Abierto en nuestro contexto”, del que recogemos algunos de sus planteamientos:

“…tomamos conciencia de estar inmersos en una profunda crisis de paradigma (Brackert et al., 2012). Los marcos de referencia teóricos y técnicos que nos han servido de base durante los últimos siglos ya no son operativos y hay un gran malestar social respecto a algunas de las prácticas que venimos desarrollando desde los servicios de salud mental, tal como atestiguan los planteamientos de los supervivientes de la psiquiatría (Stastny y Lehmann, 2007). Estamos en un momento crucial, en el que no sólo las personas afectadas están alzando su voz, sino que también muchos profesionales hemos comenzado a denunciar, por ejemplo, la dificultad de desarrollar un práctica independiente en un medio en el que los intereses corporativos de la industria farmacéutica han invadido las consultas, las publicaciones, los congresos profesionales, la políticas de salud mental y hasta las asociaciones de pacientes y familiares (Gotzsche, 2014). La investigación cada vez está más lejos de la realidad cotidiana y de la clínica, y se hace complicado vislumbrar cuál es el cambio posible dentro de un sistema en crisis lleno de contradicciones”.

Y partiendo de esta situación de incertidumbre las autoras plantean como una posible opción mirar hacia otras experiencias como es el caso del modelo finlandés de Diálogo Abierto, modelo basado en una investigación sistemática de una práctica adaptada a las necesidades de los pacientes y en la que se repiten una serie de principios: respuesta inmediata, flexibilidad y movilidad, responsabilidad, garantía respecto a la continuidad de la atención psicológica, perspectiva de la red social, tolerancia a la incertidumbre y, por último, dialogismo (concepción de la interacción humana basada en el Dialogismo de Bajtin): “El enfoque del diálogo abierto se basa en una actitud que va más allá del mero intercambio de significados entre los interlocutores. Describe el “arte de pensar juntos”… En el diálogo, el mensaje de un hablante cobra significado sólo en el momento en que otro lo escucha, ya que para que las palabras tengan sentido necesitan de una respuesta…De ahí que la manera de responder sea un aspecto fundamental de la técnica. No se trata de dar una interpretación o explicar lo que ocurre, sino más bien de mostrarse presente, de hacerse cargo de lo que el otro dice”.

 

PIEDAD RUIZ CASTILLO

Madrid, Febrero de 2016