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 Posiblemente fue en la Odisea donde por primera vez es escrita la palabra Análisis. Homero la usa en el episodio de las Sirenas, cuando Ulises es desatado del mástil del navío. Análisis en griego antiguo es separar, soltar. Es una oportunidad, la de crear el momento de coincidencia entre palabra y experiencia.

 En nuestro campo, quizás sería más propio hablar de desentrañar y así nos aproximamos a una palabra hermana suya: Anatomía. El arte de abrir el cuerpo.

Pues es del cuerpo afectado y lo que éste nos muestra, de lo que trata el psicoanálisis. Del paso y efecto de aquellos cuerpos que transitaron por nuestra vida, de desentrañar lo que aconteció con ellos, de cómo se repiten sus efectos, de nombrar el dolor que afecta de nuevo y asombra tanto al que lo expresa como al analista que lo escucha. El encuentro analítico busca crear un espacio de intimidad en el que la afectación pueda ser expresada con la palabra que descubre el sentir de una vida marcada por los otros. Es un tiempo del padecer que se recorre con la cercanía y la distancia de quien atiende la sensibilidad como valor de la condición humana.

Es hermoso interesarse por un saber que desbroza el dolor que conlleva el estar vivo, que deja de juzgar la vida para atenderla en su tremenda humildad y así encontrar una oportunidad con la que desligarnos de la agresividad, la queja o el resentimiento. Rebuscar en las palabras del que sufre el brote de la vida y del deseo que, como se puede, se anuncia. Entonces, ¿por qué tanto embrollo con el psicoanálisis? ¿Qué ha llevado, desde su fundación por Freud, a querer olvidar esto tan preciso? Posiblemente nuestro trabajo es inseguro, nada trascendente, poco solemne y requiere de una labor de escucha sincera y cercana.

A Odiseo, Homero le denomina constantemente “Polimetis”: el que tiene muchos recursos. Podríamos decir que también los psicoterapeutas estamos llenos de ellos. Disponemos de teorías, técnicas, discursos… Ojalá que dichos recursos no se conviertan en artimañas para huir de lo vivo que se expresa en el encuentro analítico o del compromiso terapeútico que éste conlleva. Ojalá que los conceptos de que disponemos sean considerados modos de inteligibilidad,  como los definía Wittgenstein, y, por tanto, conceptos sujetos a revisión y  crítica. Que el saber acerca del ser humano que vamos construyendo no pierda su guía, que no debiera ser otra que la del intento, una y otra vez, de comprensión del sufrimiento de quienes solicitan nuestra ayuda.   

Kafka escribió el relato “El silencio de las Sirenas.” donde recrea el encuentro entre Ulises y las sirenas y expresa que el arma más terrible de éstas no era el canto, era el silencio. Ellas no cantaron al paso de Ulises. Kafka nos enfrenta al problema de la creación de la vida fuera de artimañas.

El silencio del que aquí hablamos, emplaza a la atención y prestar atención es la posibilidad de enterarse. El silencio es un camino que lleva al amar, al pensar, al sentir. Un camino alejado de la seguridad de las doctrinas y del desinterés por los sentimientos.

El encuentro terapéutico se va construyendo con la articulación del inconsciente y la pulsión. Ambos conceptos freudianos fundamentales, nos permiten abordar las cuestiones clínicas de la angustia, la represión, el síntoma, la agresividad, la diversidad y particularidad de los afectos para llegar, finalmente, a enfrentarnos a la repetición y al carácter o determinación sintomática del sujeto, en la perspectiva de un final o conclusión posible de un análisis.

Los Interesados en la clínica psicoanalítica como clínica del sujeto -denominada así a partir de la conceptualización elaborada por Francisco Pereña sobre la “alteración pulsional” que se da en el humano por la pérdida de la autorregulación del organismo y que subyace en la articulación entre pulsión e inconsciente-, decidimos exponer públicamente nuestras inquietudes y reflexiones mediante la creación de esta Web.

Se trata pues de un intento de transmitir las elaboraciones que vamos construyendo sobre una clínica que se ocupa del sujeto del síntoma en su particularidad pulsional y en la modalidad afectiva con la que ha tratado su dependencia y su soledad respecto del otro y ante el otro.

Para ello necesitamos vuestra colaboración. Nuestro tiempo y por tanto el psicoanálisis, requiere de lo que G. Orwell denominó «Decencia común». Hay algo que resiste dentro de nuestros cuerpos ante lo cruel del mundo que hemos fabricado.

Os pedimos que participéis en esta página Web, de forma que vuestras palabras y las nuestras se convoquen mutuamente en una reflexión abierta, en un ensayo, en una pregunta que cuestiona el saber establecido. Reflexión o comentario que pueden derivar de una experiencia clínica, de la lectura de un texto en cualquiera de sus formas o de situaciones y contextos que interpelan o llaman a otras posibilidades de elaboración del conflicto psíquico.

Cualquier lector/visitante de esta Web interesado en exponer sus elaboraciones sobre algún debate o artículo plasmado en ella o fuera de ella, puede enviar su texto al mail espacioclinicopsicoanalisis@gmail.com Los textos recogidos en esta dirección de mail serán publicados en la pestaña “Comentarios y Reflexiones” de esta Web.

 Ojalá juntos lo logremos.

 

Equipo de trabajo:

Teófilo Fiunte

Oscar López

Ana Martínez

Clara Morales

Francisco Pereña

Piedad Ruiz

Espacio clínico de psicoanálisis[/su_column]  [su_column size=»1/3″]fotoweb1-recortadaFotoweb2-recortadafotoweb3-recortadafotoweb4-recortada[/su_column][/su_row]