Delirio de filiación y delirio persecutorio.

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“El problema, el drama del sujeto, lo traumático es que esa distancia con el otro es un vacío irrellenable y ahí es donde nace el deseo. No es lo mismo yo que conciencia. La conciencia, si se da, es en relación a ese verse como sujeto. No hay conciencia sin sujeto en la medida en que la conciencia no es pura y exclusivamente automática y cuando yo hablo de la denegación en la…”

SEMINARIO DE PIEDAD RUIZ: HUELLAS DEL PSICOANÁLISIS EN EL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO

Caso Julio: Delirio de filiación y delirio persecutorio.

Francisco Pereña. Abril 2017

 

Piedad Ruíz: Hoy Pereña va a contestar una serie de preguntas sobre el delirio de persecución y el delirio de filiación a propósito de la psicosis. La Asociación Española de Neuropsiquatría  (AEN) ha publicado el primer libro de una colección de testimonios, con una introducción y  un análisis clínico pormenorizado de F. Pereña sobre el testimonio escrito de un paciente psicótico que él trató. Este paciente le entregó  un escrito sobre la experiencia psicótica que había tenido unos años antes de ir a su consulta.

Es un libro muy interesante y una aportación clínica, porque no hemos tenido la oportunidad de tener un testimonio escrito de un paciente psicótico con el rigor que él mismo describe su caso. El título del libro es Un delirio. Presentación y análisis de Francisco Pereña. El libro sólo lo han recibido los socios de la AEN en España, pero si estáis interesados en leerlo se puede comprar por Internet. Aparte del testimonio de Julio, el análisis y la introducción de Francisco Pereña, hay otro texto de Jose M.ª Redero que introduce también una serie de escritos  de Julio que son poemas y fragmentos de su diario y que tienen bastante interés.

Quiero empezar con un párrafo de Pereña que resume bien el testimonio y su propio análisis, sobre todo porque en este párrafo utiliza la terminología  con la que él plantea una clínica del sujeto a partir de sus aportaciones teóricas.

Dice: “La necesidad del delirio es debida al vacío pulsional, a la angustia fundamental que aniquila toda posibilidad de articular la demanda inconsciente, de convertir el vacío pulsional en una falta de un sujeto, por ello mismo deseante”. ¿Cómo taponar el vacío pulsional?, ¿esa hemorragia libidinal?, expresión freudiana para referirse al vacío melancólico? Ahí vemos las diversas estrategias del objeto único, sea un hijo, la droga, el partido político, la secta, la bulimia, etc. , y que en la psicosis sólo se consigue con el delirio. El delirio es una trama de sentido cuyo núcleo es el sujeto mismo. No hay delirio que no sea autorreferencial, para que la trama del delirio adquiera consistencia se requiere que esté referido a la construcción de un yo único y, por otro lado, para que esa autorreferencia sea consistente ha de moverse entre la elección y lo persecutorio. El delirio va de la filiación al delirio persecutorio. Cuando el delirio se deshace, cuando el delirio fracasa vuelve el vacío pulsional, ese vacío queda al descubierto y eso es lo propio de la melancolía. Pero hay en efecto, un momento de lucidez en Julio que es su vislumbre de que la vida social misma está sostenida en un delirio que por el hecho de ser compartido pareciera que no es tal puesto que hace de vínculo social. El componente delirante del vínculo social es siempre de tipo paranoico. Aquí lo más reseñable no es que Julio denuncie el delirio social sino el ver que su estar fuera y excluido del sentido le obliga a construir un delirio complejo, primero como filiación y pertenencia y luego ya abiertamente persecutorio. También querrá hablar de un cierto asombro en su descubrimiento, percibir que el hombre es un desgraciado y un loco sin remedio”.

En la historia de la psiquiatría se ha ido utilizando una terminología al preguntarse por  cuál sería el fenómeno primario, a partir de qué podemos pensar la psicosis y, por ejemplo, Neisser hablaba de síntomas cardinales, Jaspers hablaba de síntomas primarios y Clerambault hablaba de automatismo mental porque privilegiaba los fenómenos verbales. Creo entender, y aquí empieza ya mi pregunta, que tú hablas de disolución yoica, como si pudiéramos hablar de ese síntoma primario, previo a la construcción del delirio. Quiero entender que entonces el delirio, la construcción del delirio, sería una respuesta a esa disolución yoica y la pregunta sería si en esa disolución yoica no hay sujeto (alguna vez tú has hablado de la alucinación como una percepción sin sujeto) y si a la vez podríamos hablar de disolución yoica para cualquier experiencia de vacío pulsional, sea o no psicótico. Sí a la experiencia que puede tener cualquier sujeto de vacío pulsional se puede llamar disolución yoica, aunque no sea necesariamente una psicosis, pero en principio me gustaría que hablaras un poco de que entiendes por disolución yoica. Otros autores hablan de disolución yoica como lo previo a lo que es respuesta  la construcción del delirio. Lo que ocurre es que el sujeto se ve obligado, en el peor de los casos, a construir un delirio donde ya está como un sujeto que organiza lo que se ha disuelto, es como un yo que estalla.

Francisco Pereña: Una primera observación sobre la psiquiatría clásica para abordar la cuestión de la disolución.  Lo que señalas de Neisser, en Neisser la referencia fundamental que él hace es el sentimiento de extrañeza. En cuanto al automatismo mental de Clerámbault, el capítulo central se llama “Automatismo mental y escisión del yo”. Otros que como Grissinger hablan de desintegración psíquica. Todos los clínicos de alguna manera han querido pensar qué sucede en el brote psicotico, lo que supone de desintegración, de escisión, que es un término que Clerámbault tomó de Breuler.

La particularidad de Clerámbault en la psiquiatría francesa es que él era muy lector de la psiquiatría alemana que es la que habla de fenómenos verbales, por ejemplo, la hebefrenia de Hecker. Él introduce el concepto de Breuler de escisión del yo

Todos los clínicos han observado algo de este orden. Esta es una cuestión enormemente importante porque alguna vez alguien va  a tener que hacerse cargo de que el psicoanálisis, la clínica psicoanalítica, no ha pensado todavía el concepto de conciencia, entonces la relación entre conciencia, sujeto y  yo está todavía por aclarar, desvelar y construir. Este es un problema serio porque el mismo Freud cuando habla en Esquema del psicoanálisis de la conciencia, dice que eso es algo que ya todos sabemos lo que es, es una manera de quitarse el muerto de encima.

El descubrimiento freudiano del inconsciente tiene que ver precisamente con el hecho de no haber podido pensar la conciencia. No quiero decir que el inconsciente sea un nombre de la conciencia, quiero decir que no es lo opuesto a la conciencia. Este tema es un tema pendiente y no es un tema exclusivamente filosófico. Es verdad que cuando Freud dice que todo el mundo sabe lo que es la conciencia, está pensando en la conciencia representacional, lo que representa un objeto para un sujeto que es como el sujeto percibe el mundo, que es la concepción que se impone después de Descartes en el pensamiento filosófico. Pero la cuestión es mucho más importante porque cuando el primer Descartes plantea la cuestión de la conciencia la plantea en relación con el ser, con el “yo soy”, ser y yo, que son dos términos fundamentales, por lo cual no podemos entender la conciencia pura y exclusivamente como un aparato como diría Kant, de esquemas categoriales de coordinación de datos sensibles que constituyen la experiencia del hombre en el mundo.

La definición de Kant gira hacia ese aspecto, lo que pasa es que Kant construyó otro término que también se utiliza muy alegremente en el ámbito del psicoanálisis y la psiquiatría que es “la cosa en sí”,  si eso es lo real o no, aparte de que Kant dice que no es real la cosa en sí.  Lo que pasa es que la cosa en sí es un término que después de Hegel se llama todo lo contrario, es el ser para sí y el ser para sí no tiene nada que ver con un objeto que es la tesis de Kant de la cosa en sí, que no es ni cosa ni en sí.

Kant no tenía los componentes del lenguaje posteriores a la concepción del para si que se da a partir la fenomenología. Esto interesa para entender la desintegración psíquica y desintegración del yo porque yo y conciencia no es lo mismo. Cuando el primer Descartes habla de la conciencia lo resume en una expresión latina que es verse viendo, es decir, que la conciencia es un pensar no es un conocer, es un pensarse como ser, un pensarse siendo. La conciencia podría ser lo que en la tradición antigua se llamaba el alma, que es un ser en la medida en que se siente como ser, es decir, que es la subjetividad. Cuando Kant habla de la cosa en si, de que es un todo incondicionado, está hablando de una subjetividad absoluta. No tiene nada que ver con el real, el real es un nombre para hablar de lo incognoscible. La cosa en sí es incognoscible, y es una afirmación para la cual en lo único que se basa el sujeto que es cuando el sujeto se afirma como sujeto, no viene dado ni dotado de identidad ni nadie se la puede dar. Pero el para si es fundamental, que es en lo que el psicoanálisis aporta algo fundamental y es que yo no soy si no es en referencia al otro, el filósofo dice “en referencia a otra cosa” y el psicoanalista dirá: en referencia a otro. No voy a explicar ahora mis tesis sobre la alteración pulsional. Yo soy en referencia a otra cosa en la medida en que ese sujeto se construye en relación al objeto que percibe. Eso es lo que da el estatuto del yo, del sujeto de la representación. No es en referencia a otra cosa sino a otro, lo que yo digo. Sin eso, Kant tiene que recurrir a Dios para hablar de un todo incondicional, de la subjetividad absoluta. Yo hablo de una subjetividad absoluta como puro vacío porque es en referencia al otro. No hay ni Dios que lo llene. Dios no llena ese vacío porque es en referencia al otro y este es todo el problema de la clínica, es el fundamento de la clínica, que es la referencia al otro. En el Proyecto de una psicología para neurólogos se dice que en eso se basa la condición lingüística y moral del sujeto. En eso consiste, el sujeto es irrepresentable porque no es un sujeto cognoscente sino un sujeto moral que lo que quiere es saber cómo comportarse, cómo hacer, cómo vivir. Lo que está en juego en el problema de la conciencia es cómo vivir, la conciencia en Descartes es un nombre de la vida. Cuando Descartes dice “Yo pienso, luego soy”, es como decir “me pienso pensando” “me pienso viviendo”, es un nombre de la vida, igual que el inconsciente de Freud, el inconsciente de Freud es el nombre de la vida, que después yo he desarrollado en otra dirección que es en la manera de como un sujeto puede vivirse como tal sujeto viviente, concreto.

Pero volviendo a esta cuestión que es en referencia a otro, no es referencia a otra cosa como en el esquema fenomenológico de la percepción, sino en referencia a otro, ese otro es lo que hace efectivamente vacío. Nadie se reúne con Dios en ninguna especie de transcendencia absoluta, luego te deja en el vacío y entonces es abismo. Es verdad que Kant podía decir que Dios es abismo pero es abismo en la medida en que es absoluto y no en la medida en que es vacío sino en la medida en que es absoluto y hay una distancia insalvable entre el ser finito y el infinito. Eso lo desarrolla después la teología protestante a partir de Kierkegaard. Es un abismo en el sentido de una separación. El problema, el drama del sujeto, lo traumático es que esa distancia con el otro es un vacío irrellenable y ahí es donde nace el deseo. No es lo mismo yo que conciencia. La conciencia si se da es en relación a ese verse como sujeto. No hay conciencia sin sujeto en la medida en que la conciencia no es pura y exclusivamente automática y cuando yo hablo de la denegación en la formación del yo es en la medida en que al yo se le niega la conciencia, ahí sitúo yo la denegación constitutiva del yo, en la medida en que el yo necesita no tener conciencia para formarse como unidad. En la medida en que tiene conciencia el sujeto no es unitario. Freud no tenía las herramientas, confundía la conciencia con la representación, entonces sería lo mismo que el yo. Pero no es lo mismo. Sólo se puede hablar de disolución del yo en la medida en que el sujeto psicótico ha construido un yo automático. La denegación en la psicosis, yo he llegado a decir que es un mecanismo que no se da, es un fallo en la construcción del yo pero sin embargo el psicótico puede construir un yo muy automático que he llamado protésico, en relación a un modo de vincularse a los otros de manera a-subjetiva, donde el sujeto no está y es lo que le da el tinte afectivo a la psicosis, es cuando ese yo aparece desafectado, que se ve muy bien en el autismo infantil, este yo desafectado que no llega a poder construir articulación con el otro desde el punto de vista de lo que he llamado demanda inconsciente y ¿por qué la llamo demanda inconsciente? Porque para mí el inconsciente tiene que ver con la pulsión.

En esa conciencia cartesiana del sujeto viéndose, haciéndose ser, afirmándose como ser, se introduce en la clínica justamente, porque en esa afirmación del sujeto es en referencia a un otro con el cual nunca te puedes confundir y el amor es una desesperación y todas las proclamas de compañía absoluta, todo eso no se consigue más que con la paranoia. La paranoia es una prótesis de grupo, de unidad, pero no se consigue nunca. El inconsciente lo que despeja es la determinación del sujeto. No es un sujeto, no es un vacío absoluto o divino o transcendental, es un vacío en referencia al otro, es decir, es un vacío en la propia realidad corporal del sujeto. En ese sentido podríamos hablar o de la subjetividad que diría Kant que hace muy buena distinción entre la subjetividad que es la cosa en sí, la subjetividad radical y lo que es el sujeto (que él ahí se pierde un poco porque lo vincula ya demasiado del lado de lo representacional, pero la cuestión es que efectivamente en esa subjetividad, lo que hace sujeto es cuando de ese vacío pulsional el sujeto hace una experiencia de ello y esa experiencia consiste en como está determinado por ese vacío y por lo que ha hecho con ese vacío, es decir, cómo ha podido tramar algún tipo de vínculo con el otro. A eso lo llamamos síntoma y la determinación de ese sujeto no es la determinación de ninguna unidad de mundo, ni la inmortalidad del alma, ni la existencia de Dios, es la determinación sintomática, cómo ha tratado ese vacío fundacional que es la angustia traumática, y ahí si que tiene sentido el inconsciente, en la relación entre la pulsión y el deseo o sus avatares o los anhelos o los temores, el modo como un sujeto vive en su determinación singular ese vacío pulsional que no es ningún abismo transcendental como lo sitúa Kant.

  • Pregunta: ¿El yo es sin conciencia?, porque dices la denegación necesaria para la unidad del yo……

F.P. No, ¿cómo puede existir un sujeto que no esté convocado a su unidad? Puede estar convocado a su unidad pero la conciencia de esa unidad sólo se construye con la denegación. No con la conciencia, es la denegación la que construye la unidad.

  • Pregunta: ¿La denegación?, ¿por qué?

F.P. Porque es la manera de decir que no hay escisión del yo, como diría Breuler, éste lo lleva más allá porque tenía influencia de Freud, y lo lleva hacia la vida pulsional.

  • Pregunta: Es la denegación de la escisión pulsional.

F.P. Sí, eso es lo que yo llamo la denegación. En mi manera de concebir las cosas no es una formación del inconsciente la denegación, es una defensa contra el inconsciente.

Volvamos a la psicosis, el problema es que el psicótico ha tenido que tapar el vacío pulsional destituyéndose como sujeto y haciendo un yo protésico en el lugar del sujeto. Entonces, justo cuando eso se rompe aparece directamente el vacío pulsional, no aparece el síntoma, no aparece el sujeto angustiado al que, por ejemplo, se le ha ido la mujer o se le ha muerto un hijo, que por las razones que fueren se le ha hundido ese mecanismo que tenía de denegación y de homeostasis y entonces aparece más la vertiente sintomática, es decir, la angustia en relación a algo que le ha fallado en la vida pero que estaba trabado con la vida. En el sujeto psicótico, cuando se disuelve ese yo lo que aparece es un vacío pulsional, es decir, nada.

  • Piedad Ruíz: ¿Ni angustia?

F.P. Sí, la angustia fundamental sí, pero no es la angustia que viene de una pérdida sino la angustia traumática y fundamental que viene del vacío pulsional, es decir, que no hay nada con lo cual pueda vivir, de ahí que le sea fundamental el delirio de filiación. Porque en el delirio de filiación justamente lo que el sujeto psicótico construye es un mundo en el cual la clave está en la transmisión, es un tipo de pertenencia al mundo que no es única y exclusivamente del orden paranoico, es un modo de pertenencia al mundo que consiste que formo parte de una elección y una transmisión. La sexualidad en la psicosis es muy llamativa, es decir, si la sexualidad es la relación del deseo y la pulsión y no tiene saber ninguno, toda la cuestión de la sexualidad en la psicosis está ligada al saber. Hay miles de casos, desde aquel que yo contaba en aquel libro, el caso B. que decía “yo estoy excluido de un código entre los hombres y las mujeres, los hombres y las mujeres saben siempre que hacer entre ellos y yo estoy excluido de ese saber”. Hay un saber de la sexualidad que ellos han perdido, por eso en el delirio de filiación siempre está la transmisión del saber por la vía de la sexualidad, porque forma parte del modo de saber del secreto de la vida, que es lo que está en juego en todo hijo de vecino, saber el secreto de la vida eso es lo que ansía la conciencia cartesiana y también el delirio de filiación. Es tan fundamental el delirio de filiación porque es la manera de tratar de manera creativa y honesta el vacío pulsional en la psicosis. Es decir, cómo construir el modo de una pertenencia al mundo que sea del orden de la transmisión y del saber. Cuando yo escribo ese primer texto que es El loco y el ciudadano, digo que el loco nunca es un ciudadano pero si que quiere pertenecer a la raza de los humanos, a la especie de los humanos. Y el delirio de filiación es un modo no tanto de pertenecer a la sociedad como de pertenecer a la humanidad, mientras que en el delirio persecutorio lo que está en juego es pertenecer a la sociedad, se trama una paranoia con el otro que lo persigue, construye un universo social. En el delirio de filiación construye un otro transcendental en el sentido de que el sujeto tiene una pertenencia a una transmisión, es decir, a un saber, lo que está en juego en el delirio de filiación es siempre el saber de la vida, lo que está en juego en el delirio persecutorio es redimir a la sociedad

  • Pregunta: Ese saber sería de unas normas sociales.

F.P. No, en absoluto, el saber en el delirio de filiación es el saber sobre el secreto de la vida, por eso no son normas sociales y terminan hablando de religión. Siempre está en juego el padre fundador porque el padre es el padre Dios, en el sentido de que es el padre que salva en la medida en que elige y transmite saber, y toda la construcción del delirio de filiación está orientada a incluirse en ese saber.

  • Piedad Ruíz: En el texto está muy claro que el delirio de filiación está más cerca de la religión y el delirio de persecución está más cercano a la política

F.P. Lo cual es una obviedad, ¿hay políticos sin paranoia?, imposible.

  • Piedad Ruíz: el delirio de filiación ha de encontrar el hilo entre paternidad, transmisión, elección y sexualidad y siempre está referido al padre. Así se da en la religión, sobre todo en la más propiamente delirante que es la religión a monoteísta. Pero a propósito de que está referido al padre y a la transmisión, la elección y la sexualidad, añades que en el delirio de filiación la madre es la ausencia de la vida y la mujer de la vida es la de la iniciación sexual, más bien es una hija, es la hija del padre fundador. En el testimonio de Julio aparece todo el delirio de filiación alrededor de su asistencia a un seminario de psicoanálisis lacaniano con Freud, Ana, su hija, Lacan padre, su hija Judith. Se ve cómo va construyendo ese delirio, pero siempre es la hija del padre fundador. Es evidente este hilo entre paternidad, transmisión, elección y sexualidad, pero ¿siempre está en todo delirio de filiación? La pregunta sería ¿qué pasa del lado de la mujer psicótica? Si puedes hablar de alguna diferencia respecto a la mujer psicótica, tanto del lado del delirio de filiación como el de persecución. Tenemos el caso Schreber y el de Julio, pero ¿y las mujeres?

F.P. Hay un testimonio de Sabina Spilrein

  • Piedad Ruíz: Sí pero ahí no lo veo nada claro.

F.P. Es un caso qué publiqué cuando dirigía la revista Clínica y Pensamiento pero está realmente confuso, pero en la mujer y en el hombre la lógica del delirio es la misma. Pueden variar algunos contenidos pero la lógica del delirio es la misma, delirio de filiación con el padre, la sexualidad, transmisión…y el persecutorio por otro lado.

Está la cuestión de la erotomanía que es un modo que habría que investigar más. Yo la he encontrado más del lado de la mujer y en la erotomanía, mirado del lado de lo que yo señalo, es un modo de incluirse en la eleccción del padre como objeto único y saber secreto entre ellos dos del lado de la sexualidad y del lado del amor. En ese sentido hay algo fundamental en la psicosis que es la elección, la certeza de la elección, soy el objeto único. Julio es el objeto único del psicoanálisis, el destino del psicoanálisis depende de él. Quizás en la mujer haya otro modo de incluirse del lado de ser la elegida, en cuerpo y alma, del padre, siendo el objeto único cierto e incluso, que también se ve en Schreber, la historia. El delirio de Schreber es muy abigarrado y está sometido al problema de las excitaciones y esto es muy importante porque el problema que tiene Schreber con Dios es que Dios sólo entiende de muertos. Eso tiene una lógica imparable porque no puede ser un Dios pulsional porque si es un Dios pulsional se vuelve loco y entonces el mundo se estropea. En su  delirio actúa como una masa muda frente al empuje en movimiento. El movimiento es lo que estropea el orden del universo y Dios se trastabilla, entonces Dios sólo entiende de muertos. Los análisis de Schreber no se han hecho con rigor. El delirio de Schreber es muy interesante y es la percepción de la muerte de Dios, del Dios muerto que no puede dar la vida, lo que hace fracasar el delirio de filiación de Schreber, el punto de fracaso del delirio de filiación de Schreber, y no sé cómo no se ha visto esto en tantos comentarios sobre Schreber, si está a la luz. Es ahí donde fracasa el delirio de Schreber y cuando empieza el delirio persecutorio con el Dr Flechsig y compañía, pero es justamente sobre el Dios muerto porque entonces ya no puede dar la vida, mantiene el secreto de la vida y él quiere tener el secreto de la vida y ahí empieza a fracasar el delirio de filiación. En la erotomanía lo que hace el sujeto erotomaniaco es “él no lo sabe pero yo tengo la certeza”, soy el único, porque en esa misma medida es como el empuje de Schreber, le doy vida al padre. La erotomanía a diferencia del delirio de Schreber que fracasa cuando Dios está muerto, la erotomanía lo que hace es dar vida a ese padre, ella es la que da vida a ese Dios muerto, a la muerte. Ella es la que da vida al padre.

Piedad Ruíz: Generalmente suele ser el médico y el psiquiatra.

F.P. En el caso Schreber sí, está ingresado en la clínica y el Dr Flechsig era el patrón de aquello, el amo.

Piedad Ruíz: lo que te iba a preguntar también, ya que estamos en el delirio de filiación y persecución, y que dices que el delirio de Schreber fracasa ahí ¿generalmente el delirio persecutorio viene tras el fracaso del delirio de filiación?

F.P. Sin la menor duda, para mí sí. Si Julio no cuenta su delirio no nos enteramos del delirio de filiación de Julio. Cuando yo recibo a Julio, recibo o un melancólico que hace esfuerzos inteligentes, que hace esfuerzos hablando de los sentimientos y las emociones, de cómo se puede vivir. El trabajo que hace conmigo consiste en cómo nombrar sentimientos que liguen el saber con la vida. Yo no me doy cuenta de entrada, yo lo hago pero no me doy cuenta de entrada sino poco a poco y me pregunto por qué para este hombre es tan fundamental que distingamos deuda, culpa y deber, deseo…, porque efectivamente quiere ligar un saber con la vida. Eso es lo que yo percibo pero si Julio no me entrega antes de morir su escrito no sabríamos nada de su delirio de filiación. Me temo que hay muchos casos así. Lo que tú sueles recibir es el delirio paranoico o la melancolía y a veces el delirio de filiación se nos ha escapado.

Piedad Ruíz: No sé si también con la medicación psicótica se ven pocos delirios de filiación y delirios de persecución. Sólo esbozos o jirones, porque ahí hay una anulación del sujeto importante, ¿cómo van a construir un delirio de filiación incluso de persecución?

F.P. Para acabar con este punto, aún en el caso de Schreber si no es por su testimonio, sólo sabríamos de sus delirios persecutorios con el doctor Flechsig, lo que quiero decir es que muchas veces el delirio de filiación pasa desapercibido porque forma parte de la intimidad del sujeto psicótico. Cuando el psicótico pierde el pudor es cuando entra en el delirio persecutorio. Cuando pierde el pudor es ya dentro del delirio persecutorio. El propio Julio que era un hombre muy pudoroso, tímido, escueto, se ve corriendo por unos aeropuertos, metiéndose con el Cristo de Medinaceli, o en el Palace, a denunciar a los curas o a Alfonso Guerra. Se le ve en una especie de actuación maníaca, pero impúdico.

Sospecho que a veces se nos pasa ese delirio. El tema que tú tocas es otro, es el tema no sólo de los fármacos sino del capitalismo mismo. Es un tema con un cierto componente de elucubración en el sentido de que es un hecho histórico que uno de los problemas del capitalismo, ya lo dicen los curas, es que han renunciado a Dios por el dinero, literalmente, el drama es que la religión con el capitalismo es una hipocresía exclusivamente. Es imposible que haya experiencia religiosa bajo el capitalismo, tiene que ser bajo la forma de secta, pero ahí desaparece esa dimensión. Eso tiene efectos porque en la mercancía eso tiene un protagonismo como afirmación positiva, de manera que si no se tiene dinero y posesiones, no sólo rango, sino que ya es exclusivamente del orden de la posesión, que no de la pertenencia, con lo cual es el consumidor consumido, el dinero es como la droga, te posee a ti, ¿qué necesidad de acumular millones si se va a morir?, es como el drogadicto, está consumido, él pertenece al dinero, ya no hay pertenencia a Dios, hay pertenencia al dinero. Eso ha influido en la desaparición del delirio y sobre todo en la desaparición de la clínica psiquiátrica, sin duda porque ya no hay un psiquiatra que escuche a un sujeto de la psicosis, hoy en día es un chiste o una pose. Al influir en la psiquiatría, indirectamente influye en la psicosis porque la psicosis ha sido monopolio de la psiquiatría. Repercute en la psicosis en la medida que la psiquiatría al perder la dimensión de sujeto en la psicosis, lo convierte en un gen o un marcador biológico que está perfectamente clasificado en las relaciones de enfermedades mentales con su marcador genético. Lo que hay es un anonimato y desaparición de toda vida subjetiva. Pero eso no va solo, eso va con que cualquier aparición del sujeto de la psicosis debe ser eliminada mediante potentes mecanismos psicofarmacológicos que hoy poseemos y que consideramos un progreso en la medida en que de ese modo el psicótico puede ser un ciudadano, es decir, una nulidad ciudadana, ¿eso es mejor que…?.

Cada sociedad tiene que medir el criterio ético de su relación con la locura. Si usted considera que su criterio ético es que hay que eliminar el delirio, esa sociedad que se apañe con ese criterio pero que sepa que se trata de la eliminación del sujeto de la psicosis. Que el sujeto de la psicosis es un trastorno absolutamente insoportable, que no hay manera, que nunca va a ser ciudadano, por supuesto, pero ¿es que todo el mundo tiene que ser un ciudadano?, pero eliminar el sujeto de la psicosis, convertirlo en un ciudadano es como eliminar a los refugiados de Siria en la frontera de Grecia. No quiero hacer la asociación fácil, pero es lo mismo, es decir, usted no puede ser un ciudadano de la UE porque nos descoloca, entonces yo no lo puedo recibir digamos desde el delirio de filiación, entonces no lo puedo recibir como humano, lo tengo que recibir como ciudadano, pero usted como ciudadano no pertenece a mi sociedad, como humanos somos lo mismo pero como ciudadano no pertenece a mi sociedad, luego usted se queda ahí. Entonces, la manera de preservar al ciudadano es eliminar al sujeto sea el que sea. La declaración de la revolución francesa de  1789 dice “declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”. ¿Por qué se corrige? Porque era mentira que era declaración de los derechos del hombre, era declaración de los derechos del ciudadano, porque el señor de la colonia francesa no era ciudadano y entonces ya tenía que incluirse bajo el derecho del hombre. Pero como dice “declaración del hombre y del ciudadano” usted no entra como ciudadano y queda fuera de los derechos del hombre. Entonces, usted, refugiado sirio, al excluirlo como la Declaración francesa, del lugar del ciudadano lo excluyo del lugar del hombre. Es una opción. El criterio ético de una sociedad es qué hacer no sólo con la locura sino con la marginación, es decir, con aquellos que no entran en el pacto social, sea el que sea. El parásito social, como lo quieran llamar, cada sociedad lo llama como quiere. Cómo incluye a los que no están incluido es el problema. Las cosas son contradictorias pero hay cierto predominio en el capitalismo del ciudadano, habla del ciudadano en términos políticos o de mercancía en términos económicos, es lo mismo, es un totalitarismo, no integra a nadie, deja fuera al loco y a todas las manifestaciones de aquello que no puede ser absorbido por las categorías de ciudadanía o de mercadería queda fuera y todo eso, al construirse la psiquiatría bajo el modo capitalista, efectivamente repercute sobre un criterio ético. Ya no voy a decir que el psiquiatra biológico sea un inmoral, tiene el criterio ético de que debe cuidar a esa persona eliminando su subjetividad.

  • Piedad Ruíz: Sí, que eso es cuidarla, eliminando la subjetividad no pasa nada. Lo mismo que hemos visto que cuando fracasa el delirio de filiación viene el de persecución, cuando fracasa éste viene el otro, ¿generalmente, también aparece la melancolía como final?

F.P. En el caso de Schreber sucedió, en el caso de Julio está ese episodio final de la enfermedad donde parece que dice que ya no piensa volver a la melancolía. Esta cuestión de la desintegración psíquica que decía Griesinger o la escisión del yo que decía Bleuler o la extrañeza de Neisser, la cuestión es ¿de dónde viene el loco?, ¿viene de la melancolía y va a la melancolía?, se puede decir así,  pero hay un recorrido y la clave es cómo cada psicótico aborda el fracaso del delirio

  • Piedad Ruíz: Suele ser cayendo en la melancolía

F.P. Cómo aborda entonces su melancolía. Ahí se juega mucho de la posición ética del sujeto psicótico, porque se observa que hay muchos delirios persecutorios sostenidos después de su fracaso y sólo se pueden sostener con el paso al acto y se sostienen para eludir el caer en la melancolía.

Para eludir la melancolía se pasa al acto y ahí aparece la agresividad psicótica que es importante y que va unida a pasos al acto continuados donde por un lado hay intentos de suicidio muy escandalosos, que tampoco son actos suicidas melancólicos, es como para en un estado de desesperación convocar al otro. El modo es con los pasos al acto, y eso es insoportable.

  • Piedad Ruíz: El fracaso del delirio de filiación sería más por la vía de no poder unir la sexualidad con el saber y la transmisión, es decir, eso fracasa y entonces empieza la persecución, ¿el fracaso está más referido a la sexualidad?

F.P. El fracaso de filiación está referido a la pertenencia, a la construcción de una pertenencia que fracasa.

  • Piedad Ruíz: ¿No fracasaría porque no puede incluirse del lado de la sexualidad en la transmisión?

F.P. En el caso de Julio tiene que  ver con su fracaso con la mujer “C” que él dice amar y que de hecho es la referencia de lo que él considera que podría vislumbrar como un espacio del amor, ignorado por él, y en ese sentido se puede decir que tiene que ver con la sexualidad, pero es en relación con el fallo de que no sabe cómo abordar a ésta mujer, no sabe qué hacer con ella, no sabe qué es desear a una mujer. El enigma de la sexualidad es para él una  radical imposibilidad El tener el empuje a esa mujer y a la vez la falta de deseo es un problema.

  • Piedad Ruíz: me parece importante que no sabe cómo desear y eso hace fracasar todo el delirio de filiación, de pertenencia, de tener un lugar en el mundo y entonces entra directamente en el delirio persecutorio donde el mundo ya está en contra. Si el empuje no viene del deseo, ¿de dónde viene?
  • F. P. De la pulsión. El empuje es puramente pulsional. En general y en este caso hay el empuje a la mujer, pero Schreber habla del empuje a pensar, no poder dejar de pensar porque si deja de pensar se muere, en eso es muy cartesiano, “si yo no pienso, no existo”. Yo he visto a Julio en un episodio maníaco ya posterior, al final. Se pasaba las noches sin dormir, es el empuje a pensar, porque, sino no existe. Es puramente cartesiano, si no pienso no soy. El psicótico piensa “si yo no pienso no soy” y entonces no para de pensar. El empuje a pensar es porque si no piensa no vive. Los demás vivimos porque no pensamos.
  • Piedad Ruíz: Que es la denegación de la conciencia para la unidad del yo. Tienes que denegar la conciencia, pensar lo que percibes….

F.P. El problema sobre los famosos textos nietzscheanos, que era alguien cercano a la psicosis cuando menos, sobre el olvido, el olvido es fundamental para poder vivir. Nosotros nos referimos más bien a la ausencia, lo que nos interesa pensar es el lugar de la ausencia, el problema de la psicosis  es que no puede tratar con la ausencia.

Intervención: Lo que es el vacío.

F.P. No, el problema del totalitarismo psicótico es que todo tiene que estar presente. Si lees a Schreber, se observa la locura de Schreber, lo que se llama el delirio abigarrado de Schreber es que pone en danza todo el tiempo todo a la vez. A veces hay que decir “Schreber, no puedo más”, todo lo quiere tener presente todo el tiempo al mismo tiempo. La ausencia es muy importante porque la ausencia es condición fundamental del deseo, es la pérdida, es decir, es la introducción de algo que la teología no puede incluir, que es el tiempo, es la temporalidad. Todo el cristianismo se basa en cómo incluir una historia dentro de la religión, lo que llaman ellos historia de salvación, entonces Cristo vino en un momento histórico, la venida del Mesías, todos los trabajos de Benjamin van en esa dirección, la de incluir el tiempo en la esperanza mesiánica. La dificultad de incluir la temporalidad en la religión es complicado, y eso quien más lo ha trabajado es el cristianismo.

Pero desde el punto de vista de la clínica, la introducción del tiempo es la introducción de la escansión de la vida como efímera. Al ser la vida efímera tu puedes desear al otro en un instante y al otro instante no, aunque dure mucho tiempo, porque el amor es igual, entonces el incluir la temporalidad incluye la ausencia, entonces mi relación con el otro no es una relación incompatible porque yo vivo aunque el otro no esté, aunque mi referencia sea el otro, no  por el hecho de que no esté yo dejo de vivir. Es el otro mi referencia pero su ausencia no es mi muerte sino mi vida.

  • Piedad Ruíz: El deseo.

F.P. Que es la separación de la madre y todas esas historias de la clínica, es fundamental.

  • Pregunta: Es lo que hablabas al principio de lo absoluto.
  • Piedad Ruíz: Sí claro, es eterno, absoluto, Dios, el padre fundador, no es cualquier cosa, en el delirio.

 

PREGUNTAS

  • 1.- Solo por confirmar o ver si voy muy desatinada. Cuando dices que si un delirio fracasa, llega la melancolía, a mí me ha sonado en relación a cómo se transita, no sé si ¿sería posible trabajar el recorrido pulsional y hacer una elaboración de lo que le ha ocurrido y lo que ha buscado a través del delirio aunque sea a través de la tristeza, pero que permita acceder a él? , no sé si sería un modelo.

F.P. Yo, desde luego, me refiero al trabajo de Julio, ya que la referencia, el trabajo que yo inicié sin saber que estaba haciendo, que era la discriminación de los afectos y de los sentimientos que era un modo de saber sobre la vida y después cuando él viene en el….a falta de un delirio de filiación él tiene mucha necesidad de construir una genealogía familiar, que es todo ese lío con el incesto y me hace una especie de árbol genealógico que no entiendo, porque quiere construir un relato de su vida, incluirse en una historia ya no tanto como delirio de filiación sino como formando parte de una historia. Ahí hizo un trabajo que le servía, que es contar como fueron sus fracasos con las mujeres y ¿que descubre él ahí?, una cosa tan sencilla pero que en las psicosis es fundamental, que él no puede dar la vida a una mujer, y lo dice ya desde un tránsito con la melancolía. Yo creo que eso es un trabajo.

  • Comentario: Me ha sonado a que los delirios son complicados, pero en la melancolía puede haber una vulnerabilidad a través de la que acceder a una elaboración

F.P. Sí, cuando él dice que él no puede dar la vida a una mujer, ahí lo dice no desde el punto de vista de que es un excluido del mundo, en el sentido de que me excluyan, sino que hay una posición más activa de él: “yo no puedo dar”, no es que la chica……., es él, es que yo no puedo dar.

  • Teo Fiunte: En la línea de lo que habéis dicho, la conciencia no está en el yo que deniega, creo que ahí apenas hay conciencia, tampoco estaría en relación a las psicosis en esa posición totalizante del psicótico, sea por delirio de filiación o por delirio persecutorio, pero creo que el psicótico también tiene momentos de palabra de creación, por ejemplo la poesía, y ahí sí veo conciencia.

F.P. Sí. Yo no he negado en absoluto conciencia al psicótico.

  • Teo Fiunte: Pero lo que estoy entendiendo yo es que, en concreto, en el delirio persecutorio que es una posición totalizante, no habría conciencia.

F.P. Sí, hay conciencia porque todo eso lo construye el psicótico desde la posición del sujeto. Dicho en términos cartesianos ahí está el sujeto que piensa y que construye -en el delirio-. El problema es que es una conciencia pura porque tiene que ser creativa. No tiene código ni normas sociales.

  • Piedad Ruíz: Es todo el tiempo creativo

F.P. Aunque sea una lógica similar en otros, pero cada uno lo crea, entonces ahí hay un sujeto que crea, hay más conciencia que yo.

  • Teo Fiunte: Sí, en eso estoy de acuerdo pero estoy viendo la conciencia en una escisión, en una rotura, en esas roturas del sujeto y eso me hace bastantes preguntas a propósito de la conciencia pero, por ejemplo, hay psicóticos que han escrito y la poesía podría ser ejemplo de una posición de conciencia que, desde luego, desde un sujeto neurótico no se da. Estoy leyendo un poco a propósito de esta cosa de Kierkegaard sobre la angustia como posibilidad y viene a decir que cuando el sujeto está en esa posición de angustia, está tan alejado de los objetos del temor o de la pena, etc,  que a lo que se enfrenta es a la elección, es decir a la posibilidad de elegir su vida, es decir, sin estar condicionado por los otros y me sonaba a mí que ahí, en esas posiciones, hay una consciencia que cuando se llena con objetos se va y que entonces la conciencia, lo digo al hilo de lo que estoy reflexionando sobre ella, me da la sensación de que, a veces, es algo o puntual o fugaz. Cuando se piensa en la conciencia se piensa como algo que podría ser sostenible y a mí me parece que no.

F.P. Sí, estoy de acuerdo, es una conciencia…

  • Teo Fiunte: Hölderlin que tiene una serie de poemas…, El dicho psicótico, no está en el delirio ni de filiación ni persecutorio.

F.P. Ese tema no es del delirio, que es lo que hoy nos traía aquí, ese es el tema de la creación. Es cierto que algunos sujetos y Julio en la parte autobiográfica, ahí se ven unos esbozos que no son delirios, hay un esfuerzo o un trabajo de escritura creativo. Es un terreno, el de la escritura, que no es el mismo que el delirio.

  • Piedad Ruíz: Dice: “estupefacción , sangre, pero también alborozo, pero el rugido sincero de la vida”

F.P. Sí pero él está ahí digamos demasiado afectado. En la creación psicótica, Hölderlin o Celan por ejemplo, es un estado tan puro que su percepción es un aparecer del mundo, es un comienzo absoluto del mundo. Cada palabra es un aparecer del mundo. Anoche mismo estuve leyendo un poema de Paul Celan, ¡Dios mío de mi alma!, este señor tan extraño ¿porque me fascina tanto?, no paro de leerlo, porque sé que esa es una experiencia fascinante del aparecer del mundo sobre la nada y ese es el punto creativo de la psicosis, eso no es el delirio.

  • Piedad Ruíz: En tu texto hay un pasaje muy interesante, haces una diferencia precisamente entre el daño traumático en la infancia y como el sujeto puede responder pidiendo reparación. De ese modo, la reparación se puede convertir en la pasión de su vida tomando al otro además como objeto de odio etc. Pero sobre todo, la reparación de ese daño traumático sufrido es muy diferente a la experiencia del otro como vacío que se puede dar en la psicosis, porque precisamente tú haces la diferencia, creo recordar, entre el que ha sufrido un daño traumático que es como si tuviera que empezar de cero pero teniendo en cuenta lo que se tiene que reparar, mientras que el sujeto psicótico es que tiene que crear un mundo nuevo o sea que no es “he vivido hasta aquí y ahora empiezo otra vez, empiezo de cero, sino que es el comienzo del mundo lo que se pone en marcha. que esa es la tarea del delirio en la psicosis, crear un mundo, no es reparar mi mundo, sino que ante la disolución yoica, se trata de crear un mundo

F.P. Sí, el otro lo que quiere es borrar, tengo derecho, quiero ser reparado

  • Piedad Ruíz: Reparar es borrar……. Haces tú esa diferencia

F.P. Esa diferencia es fundamental, el delirio no quiere reparar el mundo, quiere crear el mundo.

  • Piedad Ruíz: Y darse un lugar en ese mundo y pertenecer a ese mundo que él crea de la nada. Por eso siempre el delirio de filiación es entre el padre fundador, por eso es religioso.

F.P. Fundador no, en el delirio de filiación se trata del padre de la transmisión.

  • Piedad Ruíz: De la trasmisión, pero que funda

F.P. Sí pero en la vida, no el que funda una secta.

  • Pregunta: En relación a lo que estabas comentando, ¿cómo se traduce eso en la relación que vive ese niño… psicótico? ¿qué es lo que hace que haya un yo protésico?, ¿cómo es esa relación?

F.P. Pues sí, Julio hace una maniobra, como todo hijo de vecino, de construcción del yo con lo que le da la realidad. Así el niño construye un universo: esta es la madre, este es el padre, este es el hermano, etc. y él se sitúa en relación permanentemente a un universo de objetos del que él forma parte como objeto. Y ese funcionamiento de la realidad en sentido kantiano, en el sentido de “hay objetos que permiten una representación”, permite que haya mundo. Si yo he hablado de “yo protésico” es  en la medida en que un yo puede funcionar sin sujeto, quedando el sujeto siempre fuera, pendiente del brote psicótico. Pero esto se da también en lo que yo llamo trastornos del límite

  • Piedad Ruíz: Por eso, si es interpelado en momentos fundamentales, vitales, como sujeto, puede aparecer el brote psicótico.

F.P. El deseo sexual ante una mujer concreta, es decir, cuando está convocado a que él sea el que da la vida, que sea sujeto que da la vida. Por ejemplo, en muchas mujeres hay brotes psicóticos a partir de la maternidad. Ahí se descompone este universo yoico construido con objetos en los que él funciona en una constelación de objetos.

Piedad Ruíz: Él funciona como objeto ¿y los otros?

  • Pregunta: ¿Esta manera de vivirse con el otro es aprendida?

F.P. Por supuesto que es aprendida, más que vivida, es sobre todo aprendida. Una cosa que es muy llamativa siempre entre los sujetos psicóticos, por ejemplo, es la necesidad que tiene Julio al final de su vida, en la parte melancólica es ¿cómo construir el relato de vida?, es imposible. Tiene fragmentos. Esos fragmentos no quiere decir que el haya vivido la fragmentación, él ha vivido en el armazón y cuando quiere, como sujeto, decir qué fue aquello sólo ve los fragmentos, porque él ha estado en el armazón como un objeto más del armazón y cuando el sujeto después, como en el caso de Julio, quiere reconstruir su vida no lo consigue. Él sufría, a mí me llamaba mucho la atención esa dificultad en un hombre inteligente, no podía.

  • Pregunta: la condición de sujeto ¿puede partir de ti o es el otro el que te otorga en su relación la condición de sujeto?

F.P. La condición de sujeto el otro no te la otorga, el otro está dentro de ti, no está fuera de ti, este es el problema de la alteración pulsional. Sí, el problema viene de ahí, si el otro está fuera uno se apaña como puede. El problema es que el no saber del sujeto es porque él no coincide consigo mismo, eso lo dice también Kant, el sujeto no puede ser transparente a sí mismo, tiene que pasar por el objeto,    eso es lo que le convierte en un extraviado, no sabe cómo vivir, se descoloca en la vida, entonces un vacío pulsional no es un vacío pulsional en el sentido propiamente físico, es un vacío pulsional en el sentido de que el otro ha abierto un agujero porque está en él y a la vez no está en él. Entonces ha dejado la huella del otro en el corazón mismo de la vida que es la pulsión, entonces la pulsión es un extravío, eso lo explica muy bien Freud, entonces ya no sabe dónde acudir, ya se hace ya un lio y llegan después las maniobras del deseo. Estoy hablando del deseo más en la teoría, en la clínica hablamos de miedo, temor, odio, desesperación, abandono, etc, todo eso son figuras del extravío pulsional y ¿qué hacer con el extravío pulsional?

 

  • Pregunta: La pregunta que tengo es sobre la medicación con los psicóticos. Tengo un paciente que tiene un delirio persecutorio, tiene como 30 años, trabaja de manera muy inestable por su cuenta, vive con sus padres y la convivencia con él es insoportable, de vez cuando se pone agresivo, entonces yo le ofrecí ir a la psiquiatra porque él hasta ahora tomaba benzodiacepinas, Lexatín y fumaba mucha marihuana y lo que le ha pasado es que le han puesto distintos antipsicóticos, y según él todos le sientan mal pero no le sientan mal físicamente , lo que me dice es que no le dejan pensar, entonces dice “yo prefiero el Lexatin y la marihuana antes que esto porque estoy más tranquilo pero no soy yo” entonces al final va dejando todos los antipsicóticos. Ha probado distintos y es cierto que cuando los lleva un tiempo tomando empeora. Cuando los toma un tiempo se siente peor de que no puede pensar  y los deja y se vuelve a poner más agresivo vuelve al Lexatín y a la marihuana y entonces él ha descubierto que le sientan mal, dice yo no te quiero contrariar pero yo me mantengo mejor así con la marihuana y el Lexatín

F.P. El problema de la psicosis es la pulsión, el tratamiento del psicótico es un tema difícil y delicado. No conozco el caso de este hombre pero efectivamente hay algo que es fundamental en el pacto con el psicótico, en el pacto terapéutico con el psicótico, que es que quede claro que uno está por ayudar, uno está a su favor y que hay unas reglas de juego mínimas, que si hay pasos al acto eso hay que hacerlo desaparecer, que es la cuestión de la contención, el problema es introducir la contención en el pacto terapéutico. Hay que incluirlo siempre en las decisiones, tenemos que hacer un esfuerzo para contener esto, yo opino que la contención pasa porque tomes determinados antipsicóticos e iremos viendo como sea posible o no, pero tú tienes que comprender que en la medida que estamos juntos trabajando, la deriva hacia la agresividad nos impide trabajar. Este es más o menos el marco pero entiendo que la clave del asunto con los psicóticos es incluirlos en un trabajo de colaboración entre los dos. Tenemos que trabajar juntos para elaborar esto que es muy difícil, yo no tengo el saber de la vida y tenemos que intentar un poco hacer viable el vivir. Este es el marco, poder incluir al sujeto psicótico, que no siempre es posible, yo hablo de un psicótico con el que he podido trabajar, pero la clave es incluirlo en el pacto terapéutico, porque si no, sea por los pasos al acto o porque te incluye en el delirio, caso Schreber por ejemplo, de ambas maneras se ha estropeado el tratamiento, son las  dos cosas que en el pacto terapéutico hay que contener: no me incluyes en el delirio, yo no soy tu perseguidor, ni los pasos al acto que atacan y dañan nuestro trabajo, pues ambas cosas son ataques al pacto terapéutico y tenemos que conservar y preservar  esto.

 

Transcrito por Ifigenia Frías.

Sevilla. Diciembre 2017